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Hace unos días, descubrí que existe un trastorno psicológico transitorio denominado ‘síndrome de París’, que al parecer afecta solo a los turistas japoneses que visitan la mítica y preciosa capital francesa. Según han podido constatar ya varios expertos, el contraste entre las idílicas expectativas que tienen dichos turistas nipones antes de empezar su viaje a París y la bulliciosa realidad con la que se encuentran en la ciudad de la luz provoca el mencionado síndrome entre los viajeros más sensibles. Tal y como ha publicado la prestigiosa revista Nervure-Journal de Psychiatrie, los afectados por esa decepción suelen sufrir alucinaciones, sensación de ser perseguidos, ansiedad, taquicardia y sudores fríos. Otro trastorno psicosomático específico en esa misma línea, aunque sin duda algo más positivo y más conocido, es el denominado ‘síndrome de Stendhal’, una alteración que afecta sobre todo a los visitantes de Florencia, que pueden experimentar a un tiempo un elevado ritmo cardíaco y mareos, pero también una sensación de gran felicidad y emoción al contemplar la inmensa belleza de los monumentos y de las obras de arte que hay en aquella mágica ciudad italiana. Sin querer entrar ahora en ningún tipo de polémica, a veces pienso que no pocos de los turistas que visitan actualmente nuestra querida Palma parecen ser hoy algo más propensos a sufrir el primer síndrome que no el segundo; un síndrome –el parisino– que incluso yo mismo empiezo a padecer cada vez más, aunque de momento aún no sufro alucinaciones ni tengo la sensación de ser perseguido.