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Laudate Deum» es el título del último documento del Papa Francisco, una exhortación apostólica que se traduce como «Alabad a Dios». Muchos ya la consideran la segunda parte de la «Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común» de 2015, que fue una carta encíclica sobre la ecología.

La «Laudate Deum» se hizo pública este miércoles pasado. Rompiendo con la tradición de los clásicos documentos pontificios centenarios en páginas, esta exhortación es breve. Se lee en media hora. Está escrita con un lenguaje sencillo que definiría como preciso y precioso. Lo entiende cualquiera. No necesita intérpretes, ni teólogos que nos la expliquen. Está dirigida a todo el mundo -creyente y no creyente- en forma de reclamo sobre la naturaleza, el medioambiente y el cuidado del mundo en el que vivimos. Por si alguien todavía tenía alguna duda, este Papa pasará a la historia como un ecologista nato, además de otras muchas cosas.

La exhortación comienza con una breve introducción para ponernos en la onda. El primer capítulo se titula: «La crisis climática global». El segundo: «Más paradigma tecnocrático». El tercero: «La debilidad de la política internacional». El cuarto: «Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos». El quinto: «¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?», la conferencia mundial sobre el cambio climático que tendrá lugar el mes que viene. El sexto, «Las motivaciones espirituales». Un documento claro como el agua. Una voz que clama al ser humano que se cree sin límites de poder sobre la tierra. Un reclamo a las organizaciones mundiales para asegurar objetivos irrenunciables. Para los creyentes una sentencia: «El conjunto del universo muestra la inagotable riqueza de Dios» (LD 63). Para los no creyentes una propuesta: «Unámonos a este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga» (LD 69). Amén.