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Hace unos días al término de un partido de fútbol de alevines, uno de los niños que había jugado se puso a aporrear y patear la puerta del vestuario al encontrarla cerrada. Apareció un adulto, y preguntó al niño «¿en tu casa tratas las puertas de igual manera?». El niño contestó desafiante «sí» a lo que el adulto respondió «deberían castigarte por ello». Intento de educar y constatación de que vivimos una época de pérdida de valores.

Hoy cuesta que se respete la autoridad de un guardián del orden, de un maestro, de un profesor o de un médico. Necesitamos invertir mucho en educación y si hay que educar también a los padres, se hace. El mundo de antaño, ni mejor ni peor, se ha desmoronado y con él se han ido las cerezas y las categorías, el respeto y la educación, el sentido del deber y la obediencia. Es escalofriante que adolescentes, menores de edad, puedan desnudar digitalmente a niñas menores de edad y exponerlas en la red, sin conciencia de la maldad que esto significa. Aquel mundo de valores no ha sido sustituido por otro.

Claro que en el mundo de la política la pérdida de valores y de sentido ético es mucho más acusada. Nada es permanente, todo puede cambiar, depende del momento y de la necesidad. Es indecente que Sánchez y Díaz hablen de una mayoría de progreso que no existe.

¿Cómo puede ser de progreso cuando uno de sus componentes es supremacista y xenófobo y representa a una burguesía catalana que apoyó a Primo de Rivera en 1923 para defender su industria? ¿Cómo puede ser de progreso si lleva consigo restos del partido comunista que no puede aportar un solo ejemplo de progreso en ningún país donde ha gobernado? ¿Con que desfachatez puede considerarse Bildu de progreso cuando organiza recepciones entusiastas a los presos por asesinato cuando regresan y encubre asesinatos todavía no resueltos?

Tampoco es que el PP pueda presumir. Si es el más votado en el país o en una Comunidad, por derecho divino le corresponde gobernar, pero si es otro el más votado y puede impedirle gobernar, las reglas han cambiado.

La ciudadanía hace tiempo que ha dejado de mirar a los políticos como un referente de los valores para la sociedad. Sánchez ha hecho que el PSOE pierda el sentido de la nación española al considerar como aliados a aquellos cuyo objetivo declarado es romper la unidad del país. Es una lástima que no recuerde las palabras del socialista Indalecio Prieto el 1 de mayo de 1936: «Mis dos grandes amores son el partido socialista y España, pero si alguna vez hubiera contradicción entre ellos, elegiría los intereses de España». Valores, eso es.