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El premio Nobel de Literatura ha vuelto a esquivar a algunos de los autores-apuesta y ha causado una sorpresa. Hace tiempo que sabemos que la literatura catalana nunca conseguirá el premio –aunque hay muy buenos candidatos posibles– a no ser que dentro de cuatro años, después de la amnistía, la oficialidad del catalán en Europa y la consolidación en el congreso, los socialistas vuelvan a necesitar a Puigdemont y compañía, y puestos a negociar se pacte un premio Nobel para el catalán, que tampoco vendría mal, puestos a continuar apreciando más la política de escaparate que la efectiva. Quiero decir, seguro que se consigue antes el Nobel que no clases de catalán, euskera y gallego en todos los coles de España, como debería ser, puestos a pedir. Hay que ver cómo son los catalanes de ahora, que han cambiado la independencia por un puñado de traductores y sueñan con el Nobel. Peccatta minuta.