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o sé si estos tiempos modernos están generando referentes, pero sí tengo claro que los estamos perdiendo. Cuando Mateu Ramón Lidón, devoto archivero, me telefoneó el domingo, imaginé que el motivo de su llamada iba a ser el que no quería escuchar. Nos deja uno de sus maestros, ha muerto un homenot, como lo hubiera calificado Josep Pla. Nuestra cultura queda un poco más huérfana sin el vecino más erudito que tenía s’Arracó, Jaume Bover. Hombre de mundo y de inquietudes universales que no pudo despedirse durante estos últimos meses de la casa que tanto representaba para él. En ella fue atesorando documentos y libros que transformó en estudios propios o que fueron objeto de apasionada consulta y que ahora forman parte del fondo Jaume Bover Pujol, donado principalmente a la UIB y a otras instituciones donde el lector o el investigador encontrará diversas temáticas -desde la filosofía hasta la historia- siendo la parte más destacada, en cuanto a cantidad, la de los libros de cocina, que abarcan todos los países y especialidades. La primera vez que me encontré con el sabio bibliotecario recordamos a Llorenç Pérez Martínez, amigo de juventud de mi padre y maestro de Bover, y le narré aquella tarde en que pude entrar en la cámara con los libros más valiosos y antiguos de la Fundación March donde ambos dedicaron parte de su carrera profesional. Entonces era un niño incapaz de entender el valor de lo antiguo y ahora sí les califico como los verdaderos guardianes del pasado que transmiten sus funciones y el saber para que esta sociedad actual, tan líquida y despersonalizada, no se diluya. Él no sólo tuvo cura de la obra ajena, sino que produjo una importante bibliografía que puede consultarse en la web de la biblioteca de Andratx elaborada cuando el Ajuntament le puso su nombre a instancia de la Associació de Bibliotecaris, Arxivers i Documentalistes de les Illes Balears (ABADIB). Un gesto sobradamente merecido para un hombre sencillo, discretísimo, prudente y también certero y locuaz cuando tenía el momento para desarrollar un tema o una tertulia. Al menos quedará una constancia pública y no sufrirá el olvido que lamento para el eminente lulista y sabio Llorenç Pérez o tantos otros que se dedicaron a la historia y son maltratados por ella y por una generación que está perdiendo el rigor y creyendo cualquier relato que puedan ofrecer los medios. Demos valor a nuestros archivos y sus curadores como también a todos aquellos ciudadanos que son depositarios de historia y documentos y a quienes la Administración debería brindar todo tipo de facilidades en su conservación y gestión. Perder a los más cultos debería ser un revulsivo para mantener todo lo bueno y necesario que nos ofrece cultivar la mente y el espíritu. Creo que Jaume tuvo una vida plena porque la entregó a un buen fin. Obviamente toda trayectoria vital tiene sus vicisitudes y errores, pero estos quedan relegados cuando alguien se muere. Memoria es una búsqueda de lo que somos, un trayecto que sin otros y sin maestros deviene imposible.