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Lo cuenta una agente inmobiliaria de la Isla. Ante la imposibilidad de poder independizarse, ya hay treinteañeros mallorquines que están emigrando. Se van al norte. A Oslo no, que allí está imposible. Se van a Asturias. O Galicia. O Cantabria. Hace más frío y los precios inmobiliarios son más normales. Dicen, los que han dejado sa Roqueta, que allí se vive mejor. Que lo que aquí cuesta un piso de 50 metros cuadrados, allí permite vivir desahogadamente en más de 100. Incluso los hay que han podido comprarse una casa. La agente inmobiliaria dice que también se van recién jubilados y confiesa que la gentrificación le ha llegado: no encuentra alquiler asequible. Si una profesional con una cartera de clientes enorme no tiene donde vivir, ¿qué será de nosotros? Tras la angustia de los alquilados ahora les toca, otra vez, a los hipotecados que viven ahogados por la subida de tipos de interés. Hace unos días, los portugueses se manifestaron por el encarecimiento de la vivienda. Y gritaban a los turistas: ‘¿Estás disfrutando?’. Está claro que ni los lusos ni los mallorquines lo están haciendo.