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Esas plataformas que dominan nuestras vidas ofrecen de tanto en cuando contenidos de alto valor como es la serie sobre las zonas azules y la longevidad. Documental que he disfrutado y que me permite una serie de reflexiones que voy a pasar a detallar y que se reducen a una inquietud: la pérdida de aquellos valores, factores y circunstancias que ayudan a una vida plena y larga. Sus episodios que pasan por distintos lugares del mundo -algunos muy cercanos a nuestra cultura y área mediterránea- analizan aquellas condiciones que permiten a los habitantes de una zona vivir más años que la media. Junto a lo alimenticio y las dietas se habla de sentido de pertenencia al grupo, propósitos vitales, vínculos y afecciones familiares, ejercicio físico, rituales y concepción espiritual de la existencia, etc. Regiones ricas o no, más o menos desarrolladas... Entornos vitales donde sus habitantes han entendido y respetado lo que ofrecía la naturaleza y que ha mutado en tradiciones gastronómicas o incluso económicas como puede ser cosechar vino con métodos tradicionales. El arraigo al pasado es constante en esas zonas azules y por ello empecé a analizar todas aquellas condiciones que ponen en peligro nuestra adecuación como tal. Creo que conservamos muchos de esos factores y me lo confirma el homenaje que rindió sa Pobla a cinco centenarios durante la celebración de los cien años de fútbol pobler, sumándose el Bar des Tren (Fondeta) con su multitudinaria fiesta recordando que ya son 105 años de servicio al pueblo. Afortunadamente tenemos centenarios isleños cuyo testimonio deberíamos grabar y que, probablemente, narrarían costumbres y comportamientos vistos en el documental. Su guion va más allá, identificados los factores se analiza su pérdida y cómo la modernidad -con su confort y excesos- puede reducir nuestra longevidad y con ello hacer desaparecer estas zonas de largo y buen vivir. De hecho, también se pone énfasis en posibles políticas públicas para recuperar o crear nuevas zonas azules. Algo que considero fundamental porque las sociedades actuales están sometidas a demasiados peligros y ya no tienen aquella autonomía y reglas que marcaban el día a día de otras generaciones. Es preocupante basar la sanidad en enfermar y en el gasto en medicamentos; es terrible arrinconar a nuestros mayores en residencias y someterlos a un sistema que reduce sus expectativas vitales; es triste que frente a la búsqueda de la longevidad sean las alarmantes depresiones y suicidios los que, por su aumento, requieren ahora mayores partidas y programas. Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules les hará reflexionar sobre lo conseguido y lo perdido. Ojalá la esperanza no sea un problema y todos estemos preparados para esa longevidad feliz y sana que muestra. Sabemos que lo importante no son los años que dura la vida sino su intensidad y la felicidad conseguida, pero no me negarán que es una bendición cumplir años y hacerlo junto a seres queridos. Una de las claves más potentes está en la bondad y felicidad que repartimos y recibimos.