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Ha leído usted en este periódico que antiguos dirigentes de Unió Mallorquina están organizando el regreso del partido nacionalista. No me negará que la política está más divertida que nunca. Rápidamente la vista se ha girado hacia Maria Antònia Munar para saber si la jefa de UM está detrás de la operación. Detrás no lo sé, delante les aseguro que no se pondrá. Munar ha pasado a una vida mejor y seguro que lo último que le apetece es volver al ruedo. Y aunque Unió Mallorquina era mucho Munar, Munar no era toda Unió Mallorquina. En Mallorca miles de personas votaron este partido, ergo tenía un discurso ideológico con un proyecto detrás, aunque muchos se esforzaron en decir que era una simple unión de intereses. No saldré a defender aquello que la justicia castigó porque no toca, pero deberíamos preguntarnos si todo era como nos contaron ahora que se sientan en el banquillo como acusados, en el marco del giro del ‘caso Cursach’, los mismos fiscales y jueces que, en su día, fueron a por los partidos políticos que molestaban. Jueces, como Yllanes, que acabaron en política y fiscales como Subirán, sobre el que otean penas de cárcel ingentes. Es fácil que se generen dudas que, sumadas a los fracasos del Pi, abren en canal los mares para que entre la nueva versión de UM. Peor no les irá, peor no lo harán. Como decía ella: esto solo puede ir bien o mejor.