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Francina, era el 20 de mayo del 2016. Apenas habías sido elegida presidenta de nuestra Comunidad, y escribí un artículo que aún lo podrás encontrar fácilmente por internet, titulado ‘Francina, no somos nada’. Desde entonces yo aún soy menos, pero tú has ido a más. No em sap cap greu, como decimos en bon mallorquí.

Quise en tal fecha retratar tu personalidad y los retos a los que te enfrentabas. No intentaba herirte, ya tienes y tenías tus fustigadores, y solo me limitaba a recordarte nuestro primer encuentro en las puertas del Congreso de los Diputados el día en que se aprobó la reforma del Estatuto de Autonomía, hará veinte años. Verás que suelo moverme entre datos históricos, algo mucho menos vulnerable que los juicios de valor. Esto sí, me introduje en tu biografía, y naturalmente constaté lo bisoña que eras y la rapidez de tu ascenso político.

Hoy te digo que ya somos algo. Tú, la tercera autoridad del país y yo un viejo desmemoriado, camino de los noventa, pero que resiste, y que pese a sus achaques sigue manteniendo su tarea de escribir. Por esto te digo que ya somos algo. Pero tú has dado un paso adelante harto peligroso, aunque lo comprendo, no te quedaba más remedio. Estás en la cúspide, y deja que te diga, al igual que lo hice hace veinte años, cuando precisamente hablábamos del futuro de Maria Antònia Munar, y afeaba el silencio del PSOE, que tú no eres maquiavélica ni ostentosa. Tampoco te he visto ambiciosa a lo largo de estos últimos años, pero sí necesitada de visión precavida, que no es doblez, sino mirar a largo plazo y a todos lados. De haberlo sido te habrías pensado más de dos veces los riesgos de hoy y evitado las complicaciones innecesarias del pasado. Respecto al hoy, dada tu apuesta nacionalista posiblemente no tenías otra alternativa. En el ajedrez de Sánchez te has convertido en pieza valiosa.

Este viejo profesor que soy, que no lo ha sido de ti, pero sí de más de un personaje de los que has conocido en tu camino político, quiere, por tu propio bien y del país, que intentes ser lo más realista posible y que no abandones el campo ineludible de los principios. Por principios imagino que abrazaste el nacionalismo político de tus antepasados, pero por realismo deberías sopesar la cadena de miserias de tu alrededor. Jamás habrás visto a nuestra sociedad más adormilada y sepultada de bajeza moral. Hasta los más nobles ideales, como el feminismo, han caído por los suelos, y la información adquirido mayor nivel de banalidad. Ya no es que tu conocido Puigdemont pueda convertirse en el árbitro de la nación, es que incluso izquierda y derecha, con Feijóo incluido, habrán sido los tontos útiles dispuestos a auparlo para saborear los caramelos del poder.

Poco más quiero decirte, pero desde los casi cincuenta años que nos distancian, deja que te recuerde otra cosa: siempre estarás en edad de pensar, de discernir y aprender. La mujer en Mallorca, cuando manda, y manda mucho, suele hacerlo de maravilla. Tú podrías aun ser una de estas diosas estelares de nuestra historia. Y aprende de los políticos con los que te han comparado. Antonio Maura fue tesón y ensoñación. Félix Pons mesura y principios. Mucha suerte.