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La hiperactividad del Govern de Marga Prohens, que se traduce en medidas tangibles, a diferencia de la anterior política sólo de titulares, sirve de contraste con el cúmulo de especulaciones sobre la investidura de un candidato presidencial que monopoliza la actualidad política nacional.

El reciente encuentro entre los líderes de PP y PSOE ha puesto de manifiesto la distancia insalvable entre los dos grandes partidos, que antaño fueron valedores de la estabilidad institucional. Frente a la oferta de una serie de pactos de Estado de Alberto Núñez Feijóo para eludir el chantaje de las minorías independentistas, Pedro Sánchez se aferra al no es no y a una política de pacto con la extrema izquierda y con los sectores anti sistema que pergeñó Zapatero para evitar la alternancia política. Sánchez anda embarrado hasta el cuello en la búsqueda de una producción legislativa sólo para un determinado grupo de personas, Puigdemont y los suyos, con el objetivo de amarrar su voto a cambio de despreciar el trabajo hecho por la Justicia hasta ahora y echar en el olvido los delitos cometidos.

En el lado correcto de la historia, las decisiones del Govern de Marga Prohens en aplicación del programa con el que ganó las elecciones. Medidas de alivio fiscal, la gratuidad de la etapa de 0-3 años y la más reciente, los incentivos económicos decretados para atraer a profesionales sanitarios. En declaraciones a este diario, la consellera, Manuela García Romero, que llegó al cargo avalada por una trayectoria profesional impecable, diagnosticaba con precisión las carencias del sistema sanitario: envejecimiento progresivo de la población y del colectivo sanitario, déficit de especialidades como la medicina familiar y comunitaria, la medicina interna o la traumatología; en un marco de doble y triple insularidad que dificulta la formación, la investigación y elementos que complican la carrera profesional de los sanitarios. El paradigma, las manifestaciones de familiares y enfermos de cáncer en Eivissa reclamando una atención oncológica a la altura de sus necesidades. De ahí la importancia de haber enfrentado por vez primera el problema con rigor. El coste de la vida en Baleares es un freno a la incorporación de profesionales médicos – y de muchas otras ocupaciones- de forma que los estímulos económicos han de ser el punto de partida para que venir a trabajar a las Islas sea atractivo. Así lo ha entendido la Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados de Cáncer que lleva años reclamando disposiciones como las adoptadas «para que (los profesionales) opten por Eivissa y no se vayan a otro hospital de la península cuando tienen una oferta».

Sin embargo, el foco se ha puesto en el catalán, el idioma de requisito a mérito. Si hasta Francina Armengol lo intentó y sus socios se lo impidieron. Sin duda tiene un carácter simbólico, pero también es cierto que la realidad es la de centros como s’Escorxador o Pere Garau, en Palma, donde el paciente es atendido en catalán y castellano y la rotulación se muestra, además, en árabe y en chino. Es inevitable la impresión de que el problema lingüístico solo existe en las mentes ofuscadas de los radicales de izquierda y de derecha, mientras el resto de mortales vive el idioma con normalidad, sin dramas ni aspavientos.