TW
7

Este hombre de inversa cara circunfleja que ahora se postula como presidente del Gobierno de España, pese a sus probadas e innumerables mentiras, entró en la arena de la política nacional bajo la aureola, el halo, el palio de ser un político moderado, un triunfador, un gestor ejemplar. Los medios de comunicación, siempre a las órdenes de quienes sabemos, parieron un líder que venía para arreglar el desaguisado de Casado, que dejó al PP hecho unos zorros, y para aupar al partido hasta los mismísimos cielos de Madrid (con el permiso de Ayuso, naturalmente).

La poca prensa que aún hay libre y las redes sociales, en cambio, con datos constatables, se han encargado de ir desmaquillando a mozo tan fermoso hasta reducirlo al nivel de un gestor mediocre y torticero. Como ha dicho uno de sus biógrafos (no autorizados), Feijóo tiene el nivel de un gestor de barrio. Ha bastado la prueba del algodón de las elecciones generales para que este Hércules gallego se nos caiga a trozos; sólo acaba de empezar y ya es un cadáver político. Desde el 78 nunca habíamos visto un caso semejante. Ahora, emperrado en hacer de su derrota un circo, anda por ahí sin querer entender que un no es un no, ya se lo diga el PNV o Junts. Y al igual que el ladrón que cree que todos son de su condición, ha puesto finalmente la brújula apuntando a los tamayazos que pueda sacar del propio PSOE. Feijóo huye desbocado hacia la nada, cosa de la que nuestro muy preparado y egregio Rey parece no haber querido enterarse.