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La otra cara es la «cara oculta». Lo fue hasta octubre de 1959, cuando la sonda Soviet Luna 3 la fotografió. A muchas situaciones de nuestra sociedad todavía no le ha llegado la Soviet 3; debe ser por esto que la mitad de su realidad no queda a su alcance.

Quizá hayan pasado treinta años, iba sintonizando la radio camino de Manacor a Palma, alcanzado ya el cruce de caminos de Can Blau. Era una mañana de lunes, y el entrevistado era un sanitario que atendía pacientes en un centro médico: «todos sabemos de jóvenes que pasaron divertidos las noches de viernes y sábado, pero los sanitarios sabemos, además, de los que acuden a urgencias el domingo noche, algunos llorando y otras, rabiando». La cara que pone quien consigue el divorcio debe de ser complementada con la cara que pone quien no lo quería. Se lee en el escrito de una familia cuya hija fue asesinada por su novia en Motril: «¿Cuándo se tendrá en cuenta la violencia intragénero para que las víctimas puedan tener los mismos derechos que las de violencia machista?».

A algunos les gusta la oscuridad y a otros, la luz. India acaba de conseguir poner su foco en el sur de la luna. Siempre se puede ocultar una parte del todo, pero la parte ocultada nunca consigue la proeza de volverse inexistente.