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El título de este texto que me sale de las entretelas cardíacas, anímicas, sale de una canción del gran Robert Allen ZimmermanBob Dylan, entendámonos– a quien tuve la suerte de escuchar hace unas semanas en Barcelona. El gran poeta y músico dice más o menos en una de sus canciones que si caminamos de la mano, yendo a por objetivos compartidos, seremos mejores, más fuertes y más felices. Que gran verdad, que me ha resucitado esta noche pasada, consultando los resultados electorales del 23/07, reflexionando sobre ellos, intentando sacar de ellos un camino de mejora para todos, de convivencia. Un esfuerzo de confluencia democrática creo que es imprescindible, especialmente de los dos grandes partidos que concentran la gran mayoría de votos. La gran Europa que hemos disfrutado, que estamos disfrutando y que espero seguir disfrutando en los próximos años, surgió de un gran acuerdo político hace más o menos cincuenta años entre la social democracia y la democracia cristiana. Líderes de ambos partidos a nivel europeo se sentaron, hablaron, compartieron ideas y propuestas y alumbraron un pacto ejemplar del que hemos disfrutado. Nuestra gran Europa en términos de justicia social, educación, sanidad, derechos civiles es fruto de este acuerdo, formulado con generosidad compartida y alteza de miras. Siguieron el sabio consejo del insigne Antonio Machado, vayamos juntos a buscar la verdad, ni la tuya ni la mía.

¿Es esta una senda de acuerdo que ahora debería ser recorrida por nuestra derecha y nuestra izquierda políticas, huyendo de posicionamientos extremistas, de dudosa base democrática, de uno u otro lado? Desde la humildad de opinión de un anciano médico, creo que sí. Y además lo considero factible. Un gran acuerdo Partido Popular – Partido Socialista, basado en los evidentes puntos de confluencia que los programas de ambos partidos presentan y en la búsqueda respetuosa y tolerante de acuerdos en el resto de los contenidos programáticos, creo que es factible y muy deseable. Tengo el honor de conocer al Sr. Sánchez y al Sr. Feijóo y creo firmemente en su capacidad de llegar a acuerdos profundos, alejados del titular incendiario. Lo mismo digo, quizá con mayor conocimiento de su talante, de las Sras. Prohens y Armengol. No tiene que ser imposible sentarse frente a frente –o al lado– y compartir puntos de vista, propuestas, ideas, con la idea de alcanzar acuerdos globales que involucren y afecten a la gran mayoría de ciudadanas y ciudadanos de nuestra Comunidad, que les han, que les hemos votado. Escucharse con respeto y atención y tratar de encontrar vías de conciliación: es más que probable que de la suma surja una propuesta mejor que la que pueda devengar de la formulada por cada uno por su lado. La verdad es patrimonio de todos, la verdad es hija de la reflexión compartida, ya lo dijo el imprescindible Rabindranath Tagore, la verdad, esta entelequia –Aristóteles– no está con quien grita más o habla de forma más agresiva.

En la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares (RAMIB) estoy ahora mismo gozando de participar en un proceso compartido de revisión de los Estatutos Académicos. Un grupo de Académicos presidido por un expresidente de la Institución, una gran persona, paciente y dialogante, aportando cada uno su punto de vista –a veces muy dispar– estamos intentando dar un formato a nuestra norma básica institucional que esté de acuerdo con los tiempos sociales y médicos que vivimos y que sea fruto de un debate, de una discusión serena y positiva, persiguiendo un acuerdo que complazca al cuerpo académico, tan dispar, afortunadamente. La RAMIB está haciendo un esfuerzo de mejora que a mí, a este incompetente, le parece ejemplar. Y Uds. perdonen.