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Puesto que vamos tener durante mucho tiempo un Gobierno póstumo, en funciones, y nadie sabe todavía si tras largos forcejeos y bloqueos habrá que repetir las elecciones, quizá sería conveniente bajar un poco el tono, tomarlo con calma y reducir en lo posible el nivel de crispación y frustración poselectoral. No estar en campaña, para entendernos. Digo póstumo no sólo porque todo Gobierno en funciones lo es, sino porque este concretamente hace más de un año que fue dado por muerto, y tanto las iracundas derechas como las encuestas y los medios de comunicación (madrileños), ya lo habían enterrado con todas las de la ley. Hasta algunos barones y viejas glorias del PSOE asistieron encantados al sepelio. Y sin embargo, ahí están en funciones, tan felices y contentos. Más póstumo no se puede ser. Se agradecería un poco de silencio, porque esto va para largo, y no empezar ya con la matraca de otro futuro Gobierno Frankenstein, pero más monstruoso todavía al incluir al enemigo número uno de España, el señor Puigdemont.

Además de terroristas de ETA y todo eso. Porque no hay forma de que a nuestras derechas nacionalistas, y a los poderes mediáticos madrileños (¡Ayuso, Ayuso…!) convencidos de que España es Madrid, les entre en la cabeza la evidencia sociológica de que, salvo que suceda algo rarísimo, cualquier Gobierno de España será un Gobierno Frankenstein, dado que España misma es una nación Frankenstein, recosida con piezas de diferentes procedencias, y por supuesto, póstuma. Póstuma, pero todavía viva, y moviéndose. De qué otro modo se la podría gobernar. Y hasta que nuestras derechas nacionalistas no entiendan eso, y no sólo no puedan pactar con nadie sino que se enorgullezcan ello, lo van a tener muy crudo para alcanzar lo que según ellos les corresponde por derecho divino, que es gobernar. Porque lo que necesitan gobernar sólo existe en sus cabezas, lo real es el propio Frankenstein. Quizá lo entiendan alguna vez, pero desde luego no ahora, por lo que hasta que haya nuevo Gobierno, o se repitan las elecciones, seguiremos con la misma cantinela desesperada. Y no te digo si el Gobierno póstumo resucita, y repite. Menudo oficio de tinieblas sería eso. Y a diario.