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Quienes ahora nos gobiernan o permiten que nos gobiernen, decían -lo decían durante la campaña- que iban a terminar con los procesos de okupación de viviendas que estamos sufriendo desde hace años. Lo que no decían era de qué manera lo iban a hacer, ni cómo iban a terminar con la okupación que nos ocupa. La experiencia ha demostrado que la violencia no es la mejor estrategia para solucionar este problema, teniendo en cuenta que la legislación vigente parece proteger más a los delincuentes que a los que se han visto delinquidos. Claro que los que lo decían, lo decían en campaña electoral y ya sabemos que una cosa son las campañas que prometen y otras las campiñas que protegen.

Nosotros, que somos ciudadanos comprensivos, daremos un margen de confianza a los nuevos ejecutores del Ejecutivo. En democracia se habla de los primeros cien días de cortesía. Aunque para algunos, cien días pueden ser toda una eternidad, sobre todo cuando hablamos de okupación de propiedades.

En las últimas semanas, al problema de las okupaciones de viviendas se ha unido el de las okupaciones de plazas de garaje. Se trata de una variante de las primeras que consiste en okupar los aparcamientos reservados del garaje comunitario. En Palma ya se han dado algunos casos y todo parece indicar que el proceso okupacional de aparcamientos irá en aumento si no se le pone remedio.
Los okupas parkings instalan su vehículo en la plaza vacía de un garaje privado y lo dejan en reposo durante un tiempo perentorio. Esta nueva fórmula ocupacional goza de una parecida protección legal a la de las viviendas que se traduce en: Protección para el malhechor y desprotección para el propietario. Quizás algún regidor interprete esta nueva fórmula vial como una solución viable a los problemas de aparcamiento que tenemos en esta ciudad.