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A hora que un soldado norteamericano ha traspasado por voluntad propia la frontera de Corea del Norte, se pone de moda este enclave único en el mundo rodeado de misterio, digno de cualquier leyenda antigua. La frontera entre las dos Coreas es hoy, al margen de la línea que separa dos mundos paralelos y dos modos diametralmente opuestos de entender la sociedad, un atractivo turístico, casi un parque temático. Pareciera que lo que hay al otro lado de la zona desmilitarizada es el espejo de los cuentos de hadas, un mundo que es y no es, donde nada es lo que parece y donde puede acontecer cualquier cosa rara. Corea del Norte es el país más hermético del mundo y allí se ha encaminado este muchacho inconsciente que, para no someterse al castigo que sus superiores tenían preparado para él en Fort Bliss (Texas), o para huir de la vergüenza ante su familia, ha preferido desertar e internarse en el opaco reino de Kim Jong Un. Con lo que le gustan a este los yanquis. Nadie sabe lo que le espera al chico rebelde –fue detenido en Corea del Sur, donde servía, por agresión y el Ejército estadounidense decidió devolverlo a casa por su mal comportamiento–, pero seguramente el caso dará que hablar. Nada que la mente colectiva que es Netflix no haya vislumbrado, aunque sea de forma fragmentada. Dos series de televisión abordan asuntos similares: Crash landing on you, en clave de comedia, cuenta cómo es la vida cotidiana en el país comunista; mientras D.P. habla del trabajo de los militares coreanos que se encargan de localizar y detener a los desertores. Dos formas de abordar, entre el humor y la crueldad, el periplo del soldado Travis King.