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Da la impresión de que vamos ahora a vivir una batalla entre Madrid y Baleares a cuenta del carril bus-VAO de la autopista del aeropuerto, en Palma. Vergonzoso, cutre, lamentable, como tantas cosas que estamos viviendo recientemente.

El carril bus-VAO es un asunto técnico del que sólo hacen política los mediocres, los impotentes. O sea, todos, porque aquí nos movemos a niveles pobrísimos. Se trata de una cuestión sobre la que no debería de haber ideología, porque el diagnóstico del problema es simple y la solución, también.

Es correcta la decisión del Consell de Mallorca de desincentivar el uso del coche mediante esta medida que empuja al uso compartido. No hay ciudad del mundo en la que no se adopten medidas de este tipo cuando el volumen de tráfico lo justifica. Probablemente, en paralelo habría que haber mejorado la red de transportes públicos, pero esa es otra cuestión.

También hay que decir que no hay ciudad en el mundo civilizado que resuelva un asunto de esta índole así, literalmente en dos días y con un presupuesto inferior a los mil euros que deben de haber costado los cuatro carteles y un bote de pintura. Una puñetera chapuza.

Primero, porque no se puede hacer un carril restringido separado de la vía principal únicamente por una raya continua; segundo porque precisamente en Mallorca, donde hay tanto turista extranjero, anunciar un carril bus-VAO es críptico para casi todos; tercero, aún más vergonzoso, no se pueden poner carteles que digan que por el carril bus se llega al centro y a la vía de cintura y no por los carriles normales; cuarto, porque el final del carril es caótico, obligando a los vehículos a cruzar toda la calzada para lograr alcanzar la vía de cintura. No es aceptable que el carril no sea reversible, porque lo mismo que ocurre por las mañanas en un sentido, ocurre durante el resto del día en el otro.

Un carril de esta naturaleza exige un proyecto, obras de separación, una señalización perfecta que no genere confusiones, y un proceso de adaptación que no puede ser de la noche a la mañana.
Hecho todo eso sin fanfarrias, sin ideología, sin chapuzas, se debería afrontar el mismo problema en otros accesos a Palma, igualmente colapsados. Esta sería una de las muchas medidas necesarias para aliviar el caos de tráfico que vivimos ahora ya de forma permanente.

Como se imaginan, los perdedores del Consell de Mallorca ahora usan a la dirección de Tráfico en una batalla absurda que jamás debería de haberse planteado porque se trata de una cuestión técnica, reglada, simple. Ni siquiera es necesario ir al extranjero: basta ver en la A6 de Madrid cómo funciona este carril para entender nuestra chapuza.

Pero aquí, por hacer política que no quede. Incapaces de gestionar, dan vergüenza intentando que hasta la velocidad de las carreteras, sus carriles y las rayas que los separan tengan ideología. Es el último recurso que le queda al impotente. Todo es simplemente una muestra de inmadurez política.