TW
5

La semana pasada fuimos testigos de los tradicionales traspasos de cartera en el Govern balear. El acto simbólico se viene realizando desde que tenemos la capacidad de cambiar de políticos. Es un gesto que normaliza la vida democrática de un país que permite que los gobiernos cambien de color y sus gestores de mochila. De esta forma, quienes han perdido, cesan o dimiten, pasan el relevo a quienes han ganado, asumen o toman las riendas de un área de gestión. Eso es la democracia y lo demás son tonterías.

Todos hemos visto traspasos de carteras gubernamentales, transmisiones ministeriales y transiciones de consellerías. Y las hemos visto acompañadas de un cordial abrazo o un cómplice apretón de manos. Sin embargo, los actos que han acompañado el cambio de gobierno de esta pasada semana han incorporado un elemento nuevo; un gesto, símbolo, signo, metáfora o viñeta que se ha unido al de la cartera de piel animal. Este gesto ha sido la entrega de misteriosos legajos de papel de origen desconocido y contenido enigmático.

Sirva como ejemplo el traspaso de poderes que el exconseller socialista de Turisme, Iago Negeruela, ha entregado a su sucesor, el popular Jaume Bauzá. La imagen no tiene desperdicio. El conseller saliente entrega al entrante la cartera de marras y un fajo de documentos que bien pudieran ser documentos desclasificados de corte administrativo. Digo bien pudieran ser, porque no sabemos si el legajo de cientos de folios están entintados o son un acto que evidencia la cantidad de documentos sin gestionar que acumula la gestión pública.

Lo que para unos fue una broma de mal gusto, otros lo interpretaron como reflejo de la inoperancia de quien no fue capaz de completar su gestión. Me queda la esperanza de que si es verdad que la cartera estaba vacía, el legajo contenía centenares de folios en blanco.