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Ni el comodín de Franco, al que apela habitualmente el gobierno de Pedro Sánchez cuando se le agotan los recursos dialécticos, parece capaz de enderezar la campaña electoral socialista, después del desastre del cara a cara del presidente con Núñez Feijóo, en el que tantas expectativas había depositado el sanchismo para revertir el rumbo de las encuestas. Ahora han retirado al dictador una serie de medallas que probablemente se ignoraba que se hubiera auto concedido.

El debate televisivo ha producido el efecto sin duda indeseado para los candidatos socialistas: mostrar a Sánchez en estado puro, sin los subterfugios del guión previo, el tiempo de intervención sin límites, como ocurría en el Senado, y los interlocutores entregados a la causa. El chasco electoral de mayo, inesperado para la izquierda, por incomprensible que resulte, ha sumido a la militancia socialista en una espiral de desánimo. Son los mismos militantes que deben sostener la campaña de su candidato, convencidos en su fuero interno de que el responsable de la derrota es el propio Sánchez. Mucho entusiasmo no están demostrando. Las fábulas demoscópicas de Tezanos sustentaban cierta confianza en la remontada, con el consabido recurso a la épica. Hasta que llegó el encuentro televisivo con el líder del Partido Popular. A partir de ahí, brazos caídos.

Por lo que se refiere a la marca blanca de Sánchez, la plataforma personal de su vicepresidenta, Yolanda Díaz, tampoco está para tirar cohetes. En Baleares, en determinados círculos se especula sobre si la coalición Sumar Més es más el resultado de la estrategia particular del ex senador autonómico por los soberanistas, Vicenç Vidal, para no tener que regresar a Esporles (su paso por el Senado le ha permitido establecer los contactos pertinentes), que no fruto de un concienzudo análisis político. Entre otras razones porque añade confusión a la ya confusa dinámica de Més. No hace tanto los llamados ecosoberanistas mallorquines pergeñaban una alianza con Més por Menorca y con sus homólogos ibicencos con el objetivo de acudir a las elecciones generales sin vínculo alguno con partidos o grupos centralistas. Aunque también es cierto que no está muy claro qué es Sumar, sus posicionamientos de campaña no contribuyen a esclarecer a qué aspiran. En Catalunya, Yolanda Díaz es partidaria del referéndum de independencia, en otros lugares de España su mensaje es el de la ‘herencia universal’, 20.000 euros al cumplir determinada edad, jornada laboral de 34 horas semanales y bicocas por el estilo, incluso la ‘educación sexoafectiva’, en la senda de conformar una sociedad subsidiada, cuando los experimentos comunistas han demostrado sobradamente que todo ello es la garantía para llegar a ser una sociedad fallida. En Baleares, ‘defenderemos vuestra lengua’. Y Més, el socio local, con un pie en la extrema izquierda y el otro en el recuerdo del nacionalismo del primigenio PSM, o más allá. ‘Seremos la sorpresa’ decía en Palma Yolanda Díaz. Muy posiblemente en el sentido contrario de la intención de la proclama. Tal es el desconcierto que un conocido militante de IU/Podemos comentaba con rotundidad que no pensaba hacer campaña por Sumar Més, hasta el extremo de haber guardado la llave de la sede local para que no pueda ser utilizada.