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La información mediática, sobre todo la vehiculada virtualmente, sufre el mismo problema que sufre la sociedad en la que se da. El problema de las palabras mediáticas actuales es la falta de credibilidad. Sin embargo, hablemos hoy de paradojas y no más de problemas. Paradoja es una figura retórica que consiste en la utilización de expresiones que envuelven una anomalía, como en la expresión «brilla por su ausencia». En el ámbito de la comunicación, se dan varias.

Una, vivir individualmente desinformados en el seno de una sociedad hiperinformada. Dos, ofrecer a diario a los propietarios de la marca de nuestro móvil toda la información sobre lo que hablamos y escribimos en él, no a cambio de nada, sino a cambio de recibir, a tiempo y a destiempo, información de los lugares donde gastar nuestro dinero en los negocios de los propietarios de la marca. Tres, asistir al proceso de las tertulias del corazón: a medida que un medio determinado alarga el tiempo dedicado a sacar los trapitos sucios del prójimo, aumenta notablemente su audiencia.

Y añado yo una sospecha tremenda y extremadamente lamentable: desde los regímenes históricos de dictaduras, nunca en los países occidentales se había registrado tanta distancia entre realidad y relato, esto es, entre la realidad que se constata y se calla y el relato que se inventa y se publica.