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El alcalde no quiere tranvía. Tampoco quiere carril bici en el centro y lanza una cruzada contra los excesos del patinete. Son principios básicos manifestados en las primeras entrevistas, pero he echado de menos alguna reflexión o proyecto sobre la circulación en Palma y alrededores, debate recurrente y problema real, agravado en estos meses de verano. Aunque no ha empezado el grueso de la invasión, la prueba de que el tránsito es un follón diario está en lo que se lee y se escucha estos días: que si el aeropuerto es una ratonera, las entradas a Ciutat cuellos de botella, que cualquier avería o accidente provoca colas, que el carril VAO causa despistes y retenciones.

Mención especial merecen los polígonos industriales, ya muy cercanos, con sus entradas y salidas no escalonadas y siempre congestionadas. Y el marrón del taxi. En fin, los coches, como plaga y los conductores prescindibles, también. La novedad cuantitativa de este verano está en los turistas con vehículo y sobre todo en los rent a car. Más de cien mil coches se desplegarán por calles y carreteras de las Islas para completar la ocupación de un espacio limitado. Es curioso que un empresario de autos de alquiler haya dicho por escrito que esta flota de más de ochenta y cinco mil vehículos ayuda a descongestionar el transporte público. Merece medalla y gracias. Hombre, conviene esperar a que el alcalde aterrice, que la cosa viene de lejos y va para largo. A ver qué mejoras llegan sin VAO, sin carriles-bici, con el aborto del tranvía y con más velocidad en la Vía de Cintura. Atentos.