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Lo primero que hay que decir es que es mentira. Es decir, la noticia que se hizo viral hace pocas jornadas acerca de que el país sueco estaba pensando en unos juegos de carácter olímpico cuyas pruebas iban a consistir en todo tipo de proezas sexuales es un bulo o, como se dice ahora de forma más moderna, pertenece al grupo de las fake news, es decir, de las noticias falsas y/o fraudulentas. Sin embargo, su impacto ha sido innegable, y ha hecho que mucha gente (incluyéndome a mí mismo, que ya se sabe que estos asuntos no son de mi agrado ni de mi incumbencia, como le pasa a la mayoría de la población) se ponga a hablar de ello y a dar opiniones al respecto acerca de lo que haría o dejaría de hacer.

Y teniendo en cuenta que acabamos de tener elecciones y que en breve tenemos otras más, y que es tan fácil colarle cosas a la opinión pública para que hable de ellas (ya sean noticias falsas, verdades no contrastadas, o directamente promesas electorales), tal vez no estaría de más armarse con un espíritu un poco más crítico y tener en cuenta qué nos cuentan y cómo, para poder distinguir precisamente qué es lo que vale la pena y qué no, dependiendo de quién lo diga (o lo difunda) y en qué circunstancia. Porque si no es así, corremos el riesgo de que quienes vayan a gobernarnos hayan dicho una cosa pero acaben haciendo otra, lo cual a fin de cuentas supongo que no pasa casi nunca, igual que casi nadie tendría interés en comentar una noticia acerca de unas olimpiadas del sexo.