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En algunas tertulias –ya sean de pretendidos profesionales, ya de ciudadanos que comentan lo que acontece– se ha comprado el mensaje conservador: la economía «está estancada» (sic). Esta afirmación es falsa, y lo saben quienes la emiten, y se carga de estupidez para sus creyentes. Las fake news han aterrizado, sin pudor, en el mundo de la economía. Resulta ya cansino tener que remitir a esos proclamadores de la «economía estancada» el alud de datos de todo tipo que se van conociendo sobre la economía española, que además contrastan positivamente con los correspondientes de la eurozona. Las derechas no quieren entrar en el fango directo de la economía: saben que aquí las variables no les son afines. Lo conocen; pero lo avivan. La preferencia radica en estimular, con fake news, las vísceras de la gente. Y, en el terreno económico, condensarlo todo a ese aserto: la economía «está estancada». Una felonía hacia la robustez de los números.

Veamos ejemplos. La economía española crece al 2,1 %, reconocido por las más importantes instituciones económicas internacionales (FMI, OCDE); pero se niega la cifra desde los púlpitos de la manipulación. La inflación ha caído al 3,2 %, bajando casi ocho puntos desde el pasado verano. El dato está avalado por la OCDE y Eurostat: de las inflaciones más bajas de la Eurozona (solo más ajustadas las de Luxemburgo y Bélgica); pero los falsificadores persisten en el mensaje de que la inflación es «de las más elevadas de Europa». La tasa de paro está en el 12 %: 2,7 millones de personas, frente a las más de 5 millones sin empleo en tiempos de Rajoy. Item más: casi 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, y un importante aumento de los contratos indefinidos (ahora, los temporales son el 14 %; antes de la COVID, poco más del 30 %). Pero los mangoneadores dicen que la situación del mercado de trabajo es muy negativa, hasta el punto que se persigue derogar la Reforma Laboral vigente. Las exportaciones españolas aumentan, los ingresos por turismo crecen y también las inversiones extranjeras en España (un 14 % en 2022). Pero los maniobreros abonan la toxicidad de que España ha perdido fuelle en los mercados exteriores. Podría seguir; es suficiente con estos indicadores, todos ellos contrastables con fuentes públicas y de fácil acceso.

Medios de comunicación afines y algunos pseudoeconomistas, inundan las redes, las editoriales y los artículos de opinión detallando fake news constantes, para desacreditar e invalidar los datos que, atención, no provienen del gobierno, sino de entidades supranacionales (los que he expuesto más arriba proceden no del Ejecutivo ni de instituciones gubernamentales, sino de bases de datos externas). Los políticos de derechas se abonan ufanos a todo ese despropósito; mientras fallidos gurús de la economía conservadora dilapidan su escasa credibilidad profesional transmitiendo falsedades: mentiras, directamente. Con lo que la majadería se acaba instalando, sin tapujos. Sin vergüenza. Son los artífices de la fakeconomics, disciplina en la que, aquí sí, son doctos expertos. Cualquier debate económico serio debería tenerse con datos, variables, cifras: no con fake news.