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Un eslogan muy conocido de la organización humanitaria católica Manos Unidas dice: «Quien invierte en justicia, gana en solidaridad». La inversión por un mundo más justo es siempre una inversión por la solidaridad, porque esta no es un simple sentimiento humanitario de compasión, sino una firme determinación a favor del bien común.

La solidaridad se realiza invirtiendo en justicia, trabajando en favor de la defensa y promoción de los derechos de la persona humana. La solidaridad es la fraternidad hecha realidad mediante la praxis de la justicia. Solidaridad sin justicia es un contrasentido, es una tapadera hipócrita. Por consiguiente, las verdaderas inversiones de solidaridad son las que se realizan a favor de una mayor justicia social y de un trabajo más intenso por la defensa y promoción de los derechos más elementales de las personas.