Figúrense un ordenador capaz de replicar y simular el mundo hasta el último pelo de la pata de una mosca, y de actualizarse simultáneamente de manera que al morir esa mosca original, desapareciese dicho pelo, y brotasen allí innumerables moscas recién nacidas, a fin de mantener la exactitud de la réplica. Menuda realidad total. Y la cuestión es la siguiente. ¿Tendría ese ordenador el tamaño del mundo, como el mapa de Borges a escala de una milla por milla en su relato Del rigor de la ciencia? ¿Requeriría por el contrario la magnitud de una galaxia? Y de ser así, ¿cuánto tiempo haría falta para, partiendo del modelo de galaxia cibernética, miniaturizarlo hasta lograr el tamaño operativo de un móvil común? Ah, el arduo problema de las magnitudes. Porque si para resolver un problema necesitamos un artefacto mucho mayor, más complejo y costoso que el propio problema, aviados estamos. Al cabo tendríamos dos problemas, y monumentales.
Magnitudes
Palma22/06/23 0:29
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