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La gran sorpresa política de estas horas ha estado en la consolidación de Marga Prohens como dueña del escenario autonómico, y la huida de Francina Armengol hacia los Madriles. De la primera, conociéndola, nos    esperabamos su triunfo, dado su transcurrir firme y tranquilo, sabiendo cohesionar a su gente y aprovechando horas de viento a favor, pero de la segunda en absoluto imaginabamos su huida hacia adelante marchando a los Madriles. Se la veía corajuda y dispuesta a hacer una buena oposición desde su tierra.

No he podido tratar a Marga del mismo modo que a Rosa Estarás y María Salom, jóvenes de Nuevas Generaciones del PP cuando yo podía piropearlas y además con toda justicia. Nuestro trato llegó a ser entrañable. En cambio Marga llega a mi entorno cuando estoy a punto de marcharme. Y ha sido gracias a otra mujer de valía, Sandra Fernández, antigua alumna que a sus dieciocho años ya era una política valiente y de compromiso, como líder estudiantil en la Facultad de Derecho de la UIB. ¡Menudo ramillete de mujeres con gran potencial en lo personal y profesional!

Con Francina habíamos iniciado la preparación de una tercera edición de El Consolat de Mar, con un apartado nuevo en el que describir los cuarenta años de autonomía que ahora celebramos. En sus páginas se puede recordar que durante aquella andadura pudimos, desde el PP, experimentar la entrada en el escenario político de mujeres como Rosa Estarás, pronto vicepresidenta del Govern, Pilar Ferrer consellera de Interior, y María Salom, diputada y pronto presidenta del Consell Insular. Fue muy satisfactorio señalar su trayectoria, y siendo todas ellas del Partido Popular, acusado de machista. Machistas los habrá quizás en Melilla, pero aquí las mujeres siempre han dominado el terreno, y desde generaciones atrás, con seguridad y mesura, tanto en la política como en cualquier ámbito de la sociedad. Ahora le toca a Marga Prohens mostrar su maestría. La he observado en público durante estos últimos meses con el atril y los papeles enfrente, que no leía, puesto que ya tenía absorbido su contenido. La he visto segura, cercana a todos, siempre sonriente y sin una sola frase de desdén.

Hoy nos llega Prohens, un tanto solitaria, en su papel de negociador de su victoria. Sigue siendo la joven ‘provenzal’ de nuestro mosaico racial mallorquín, y también la feinera de Campos, o sea de la entraña telúrica, sin paisajes de qué presumir pero de cosecha feraz. Tendrá que entrar en juegos de equilibrios con su izquierda y su derecha. Zancadillas no le faltarán, pero seguro que ella afrontará su tarea con ánimo y con la convicción de que el diálogo es posible, siempre que los límites estén en la ley y la libertad. Además, la mujer mallorquina no se rinde, calla y actúa esperando el mejor momento, a veces solapadamente, como las divinales sierpes que entran y salen de la madre tierra.

¿Augures? Los gurús del lugar pueden pensar lo que quieran. Yo prefiero estar a la espera. La política Marga, exdiputada del Congreso, tiempo ha tenido de perder la ingenuidad, aunque su imagen amague lo contrario. Sabrá cuidarse de su entorno y bien podrá    manejar y soltar cartas según convenga. En dar puntadas, dará con la precisa y cuando convenga, com sa padrina de sa pedrissa.