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No he visto las películas famosas y taquilleras sobre dinosaurios, pero sé que hace 66 millones de años el impacto de un gigantesco asteroide en la costa de Méjico provocó un tsunami que devastó el fondo marino, cambió el clima de la Tierra, los dinosaurios no pudieron adaptarse, murieron junto con más de la mitad de las especies animales y sobrevivieron las aves, que lograron evolucionar. Los restos de materia orgánica de algunos dinosaurios junto con grandes cantidades de plancton en el mar sufrieron un proceso de transformación y se convirtieron en petróleo. El plástico se fabrica a partir de la celulosa, el carbón, el gas natural y el petróleo. Se calcula que en el mundo tiramos cada año 260 toneladas de plástico a la basura y un alto porcentaje termina en los vertederos, en los rincones más impensables de nuestras ciudades, llega hasta las orillas y se adentra en los océanos formando grandes manchas de basura flotante. Ahí está: la venganza de los dinosaurios.

En un mundo donde nada desaparece, sino que todo se transforma, los dinosaurios y otros seres vivos que nos precedieron vuelven a ocupar mares y playas en forma de desechos. Pero la venganza de los dinosaurios no termina ahí. Los seres humanos llenamos la Tierra de inmundicias, extinguimos animales, sojuzgamos pueblos antiguos y modernos, y queriendo disfrutar de la sociedad del bienestar nos ponemos la soga al cuello. Desencadenamos el cambio climático, organizamos guerras que pueden degenerar en nucleares y corremos riesgo de destruir todo lo bueno que hemos creado y el planeta habitable que hemos heredado de nuestros mayores, que a su vez lo heredaron de otros seres humanos y de otras criaturas vivas. Esa es la venganza definitiva. Los dinosaurios ni siquiera necesitan revivir como en las películas taquilleras a las que me refería; nosotros nos las apañamos solos para caminar hacia nuestra perdición. Pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Esperemos, pues, que en último momento impere entre nosotros la cordura y detengamos la propia destrucción.