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Generalmente, si estoy taciturno y silencioso, con o sin cigarrillo encendido y con un libro abierto sobre las rodillas que he dejado de leer, es que estoy bien. Bastante bien, aunque parezca alelado. Si por el contrario empiezo a hacer algo, seguro que la cosa empeorará. Cierto que el adjetivo taciturno, hoy casi en desuso por falta de sujetos que estén quietos y callados, suele interpretarse como triste y apesadumbrado, pero eso es porque todo el mundo es ahora muy ruidoso, no paran de largar con el móvil, se muestran siempre agitados y apenas hay gente taciturna. Así que si aparece alguno como yo, callado y sin meterse con nadie, se tiende a creer que al pobre capullo le pasa algo, tiene una secreta pesadumbre que le devora. O peor todavía, es un pensador melancólico sumido en negras cavilaciones sobre la fugacidad de la vida y lo aciago del destino. Es decir, alguien antisocial y poco comunicativo. No es mi caso, desde luego. Casi nunca pienso esas tonterías, otras sí pero no esas, y si mi aspecto taciturno y cabizbajo llama la atención, y como suele ocurrir algún alma bondadosa y entrometida me pregunta qué te pasa, y si estoy enfermo, suelo levantarme y abandonar el lugar con el vago pretexto de tener que ocuparme de unos asuntos. Por experiencia sé que explicarle que no me pasa nada, que estoy bien, perfectamente, es perder el tiempo, porque la gente es muy bulliciosa, y ya no está acostumbrada a que alguien esté más de cinco minutos en silencio, a su bola, sin meter baza ni mostrar agitación, y lo taciturno les parece muy sospechoso. Enfermizo, o signo de una gran tristeza interior. Parece que en el presente, si no estás muy excitado y comunicativo, estás abatido, para el arrastre. Problemas de salud mental, en fin; cosas de psicólogos. Así que alego ocupaciones y me abro. Por supuesto, yo procuro no tener nunca asuntos de los que ocuparme, o todo se volvería a complicar. En ocasiones no hay más remedio, porque alguien tiene que darme de comer y bajar la basura, pero lo que realmente me gusta es quedarme tranquilito sin más. Taciturno es el adjetivo. Ya sé que es algo trasnochado, suena raro, pero de verdad que estoy bien. No se preocupen, por favor.