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A todos nos interesó aceptar la mentira de que ETA fue vencida por la democracia, pero no hubo nada más falso, tal embuste solo nos sirvió para tranquilizar nuestras conciencias. El espíritu de Ermua y el pacto antiterrorista permitió el aislamiento social y político de los etarras; la acción policial y judicial y la colaboración francesa habían dejado a la banda en una extrema debilidad. Zapatero quiso aprovechar la situación para precipitar el final y pasar a la historia como aquél que acabó con ETA; para ello, aceptó la negociación dispuesto a ceder con tal de que dejara de matar.

Rompió con la postura firme seguida hasta entonces de que solo desde la ley y el Estado de derecho se debía derrotar a la banda. Aquel bobo solemne, que diría Rajoy, la resucitó, le ofreció la creación de un órgano común para Eskadi y Navarra, la legalización de Batasuna sin plazo de carencia para convertirse en partido político, la renuncia a aplicar la doctrina Parot, liberar a De Juana Chaos y otros presos, el chivatazo en el ‘caso Faisán’ frustrando la operación de la Guardia Civil, y sufragar los gastos de la banda a cambio de que dejaran de enviar cartas de extorsión.

ETA no fue solo una organización terrorista, sino un proyecto de ruptura a medio y largo plazo, con vocación de gobernar un Euskadi independiente. En la actualidad el proyecto de ETA (Bildu, en realidad Sortu) no asesina pero tiene intimidada a la sociedad vasca, rinden honores a sus chicos cuando salen de la cárcel y ha ganado la batalla cultural al PNV. Sánchez le ha dado todas las facilidades para que en poco tiempo deje de haber presos, le ha convertido en su socio preferente, ha sido blanqueada e incorporada a la gobernanza del país, el mismo que pretende destruir: presenta leyes en el Congreso como la de la Vivienda y redondea a su gusto la de la Memoria Democrática convirtiéndose, a su vez, en víctima del franquismo. De seguir el socialismo en el poder tras las elecciones de diciembre, Bildu gobernará en el País Vasco con el apoyo del PSOE si fuera necesario. ETA, su proyecto, está más avanzado y más vivo que nunca. ¿Es eso estar derrotada? También es el termómetro moral de nuestra sociedad, que nos señala fiebre alta.