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Es habitual, cuando se habla de medios de comunicación, mencionar que tal o cual tienen sesgo. Hay quienes disimulan más y quienes van a calzón quitado. Lo que ocurre es que todos tenemos sesgo. Por supuesto, resulta más sencillo detectar el sesgo ajeno que el propio. Ya saben lo que dicen de la paja y los ojos. Nuestra mirada tiende a torcerse hacia un lado concreto, casi siempre el mismo. Antes de informar, antes de analizar lo ocurrido, ya hemos decidido quién tiene razón, quién es el bueno y quién el malo. El problema surge cuando la mayoría de los actores relevantes en una sociedad comparten un mismo sesgo, hacen piña. Eso aniquila la diversidad, tan incómoda para según quienes. La uniformidad es el sueño de los totalitarismos. Silenciar las voces divergentes es una de sus principales ocupaciones. Denles medios y verán de qué son capaces. Celebremos, pues, los diferentes sesgos con los que nos aproximamos a la realidad, tan diversa. Yo sesgo, tú sesgas, ellos sesgan.