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Tras un periodo de cierta laxitud y permisividad fiscal que llevó a algunos a creer que realmente se estaba produciendo un cambio de paradigma económico en Europa, Bruselas vuelve a la carga. La Comisión vuelve a imponer a España medidas de ajuste fiscal con el objetivo de que nuestro país reduzca el déficit y la deuda pública hasta el 3 % y el 60 % del PIB respectivamente.

¿Por qué procede así Bruselas ahora? Oficialmente, este fuerte giro en política económica se justifica por la necesidad de hacer ajustes fiscales con el fin de reducir la ratio deuda pública/PIB y satisfacer a las agencias internacionales de calificación crediticia. En otras palabras, por cuestiones de solvencia y credibilidad financiera.

Mi hipótesis, en cambio, es que, con este gobierno progresista, y en concreto con Yolanda Díaz al frente del Ministerio de Trabajo, se ha producido una especie de «revolución breve» en el mercado laboral debido a la notable caída en la tasa de desempleo y a otros elementos sociales e institucionales (principalmente el aumento del salario mínimo interprofesional y la reforma laboral) que, creo, han aumentado el poder de negociación de los trabajadores más de lo que se esperaba.

El objetivo del actual giro en la política económica es el de reducir la demanda agregada y crear el suficiente desempleo para crear un clima propicio para implementar reformas que reduzcan los derechos sociales y laborales. Este giro es particularmente importante para las empresas y las clases propietarias y rentistas en un momento de fuerte tensión en cuanto al reparto de los costes de la inflación generada por la guerra de Ucrania y los cuellos de botella en las cadenas de suministro internacionales. Esta tensión ha generado una creciente disconformidad tanto en los medios empresariales como sindicales con un gobierno que tiene un auténtico y loable compromiso con la clase trabajadora y la justicia social, pero que a la vez es genuinamente adverso a enfrentarse a la clase propietaria. Bruselas, al imponer la austeridad fiscal, corta por lo sano y resuelve el conflicto distributivo a favor de la clase empresarial y propietaria.

Estas consideraciones inevitablemente me recuerdan la contribución del magnífico economista polaco Michał Kalecki, de la Universidad de Cambridge, quien inspiró nada menos que a John Maynard Keynes. En su conocido artículo de 1943 sobre los aspectos políticos del pleno empleo, Kalecki predijo que las políticas económicas que redujesen mucho el desempleo y fortalecieran el poder de negociación de los trabajadores terminarían siendo revertidas debido a la creciente oposición de las clases propietarias, lo que acabaría por persuadir al gobierno para cambiar la política económica.

Las nuevas reglas fiscales van a suponer una reducción del gasto público que va a frenar el crecimiento económico. Las empresas se verán afectadas por esta situación, puesto que verán caer su facturación (sobre todo aquellas que tienen una considerable cuota de sus ventas en España). Pero están dispuestas a asumirlo, es el coste a pagar en el corto plazo para vencer en la puja contributiva y reducir el poder de negociación de la clase trabajadora.