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Ya estamos en mayo, mes de elecciones autonómicas y municipales, por lo que pronto podremos asistir a un raro fenómeno sin aparente sentido. Pero que debe tenerlo, puesto que suele producirse. El escamoteo y ocultación de las siglas de sus partidos por parte de ciertos candidatos, que si bien parecen confiar mucho en sí mismos, no se fían un pelo de las formaciones que representan. Sobre todo si son mayoritarias, y prefieren que no se vean mucho a fin de no perder votos. Por desgracia para la democracia, parece que los partidos políticos, y en especial los de ámbito nacional, están más desprestigiados todavía que los individuos que los componen, por lo que a la hora de solicitar el voto local, más vale no airear mucho la filiación del candidato. La estrategia política autonómica y municipal exige no sólo ocultar las ideas, intenciones y programas electorales (¡en plena campaña electoral!), que es lo habitual para que no huyan los votantes, sino también las siglas propias de su candidatura, que intentan escamotear con diversos trucos, como el eslogan y la cara del candidato llenando todo el espacio del cartel. No por personalismo exacerbado, que también, sino por razones prácticas. Esto Feijóo lo hacía mucho cuando estaba en Galicia, alegando que total, todo el mundo sabía que era del PP. Y hasta la propia señora Ayuso, la joya del PP, oculta las siglas del PP con los rizos a la menor ocasión. Las invisibiliza (lo contrario de visibilizar, esa obsesión contemporánea), las escamotea. Qué bribonada. Con los años y los millones que hacen falta para imponer una marca, y a la hora de la verdad, cuando hay de vender el producto, resulta que lo mejor es que no se sepa qué están vendiendo. Suena rarísimo, desde luego, como tapar una etiqueta lujosa con el nombre del tendero. ¿Por la vanidad del candidato? No, por vergüenza. Y sentido práctico, ya que los grandes partidos, si bien es difícil que ganen votos, es facilísimo que los pierdan si se les ve el plumero. De momento, este fenómeno de escamoteo descarado sólo se aprecia en elecciones locales, pero dada la tendencia creciente a la ocultación de proyectos y programas, y su sustitución por eslóganes muy vagos, es cuestión de tiempo que también en las generales los grandes partidos se acaben comiendo sus siglas.