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Llevan días anunciando para este fin de semana de puente temperaturas de julio. Mayo asoma la punta de la nariz y las flores de mi balcón se marchitan con solo escuchar el parte meteorológico: vamos a rozar los 28 grados y yo con mis pistilos abrigados. Intento tranquilizar a mi pequeño brote verde recordándole que siempre se equivocan, que con Mallorca no aciertan ni con la pedrea, aún así cae la primera hoja. Brote de calor. La albahaca se está arremangando. Tiene sed.

Me echo a la calle para pasear mi duelo. Abril acaba y cero aguas mil. Ya no hay que esperar hasta el 40 de mayo, el sayo ya ha caído. El decir popular deberá hacerse una revisión y pasar por la inteligencia artificial, que ya sabemos que es un remedo de nosotros todos, incluso mejorado. Quien no le dice que lo que está usted leyendo procede de un ChatGPT. Ahórrese la respuesta. Saben que este prototipo de chatbot lo haría mejor. ¿Tendrán sed como yo?

Hace un año, exactamente un año, entró en vigor la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular. No hay discursito electoral que no se sirva de este círculo mágico para arañar votos en lo que se sabemos van a ser una reñidas elecciones. Entre otras cuestiones, se da marco legal a que el agua del grifo sea gratis y con ello reducir la cantidad de botellas de un solo uso y reducir la presencia de microplásticos en el mar, cuyas imágenes de sopa de plástico te quitaban las ganas de darte un baño por no mencionar el llanto al ver las consecuencias sobre la flora y faunas marinas.
Especialistas en aprobar leyes y no cumplirlas, resulta que cuando vas a un bar o a un restaurante, deben servirte agua del grifo y/o agua tratada con osmosis, porque la que sale del caño de estas islas es imbebible pero acudo de nuevo al saber popular y me recuerda, hecha la ley, hecha la trampa. ¿Qué hacen muchos de los restaurantes? Cobrarte el agua que procede del grifo, tratada con osmosis, y envasada en una botella de cristal que imitan a la de una conocida marca sueca, de las que salen en las series de los muy malos y ricos. Como no soy obediente al ChatGPT, no digo la marca ni los nombres de las series. Tampoco el de los restaurantes, porque no me dan los casi 3.000 caracteres del artículo. Es decir, apago mi sed a precio de agua mineral.

Leo que en el Fuenteovejuna entre defensores de los consumidores y los restauradores, los primeros indican que los negocios que instalan el sistema de depuración del agua por osmosis lo hacen para proteger sus máquinas de la cal, que en Mallorca andamos sobrados del dichoso polvillo blanco. Lo apuntan para rebatir la defensa que hacen quienes cobran el agua del grifo cuando esgrimen el desembolso que les supone pagar la instalación de osmosis en sus negocios. Si nos ponemos a hacer cuatro sencillas sumas, sabemos que la banca siempre gana y pierde siempre el mismo, o sea, nosotros todos. ¡Me ha entrado una sed tremenda! ¿A usted?