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Una de las claves para la resolución del enigma electoral que pende sobre el 28-M es, obviamente, la composición del futuro Ayuntamiento de Palma.

Parece existir consenso general en que la calamitosa gestión de los últimos ocho años lastrará al Pacte, aunque los sondeos indiquen un menor desgaste del PSIB del que sería esperable y un mantenimiento del apoyo a Unidas Podemos que personalmente no acabo de creerme.

Resulta inverosímil que una legislatura marcada por los escándalos y la incompetencia supina de los concejales podemitas, como la inefable Sonia Vivas, o Alberto Jarabo –de quien no se conoce actuación relevante o útil alguna en los últimos cuatro años–, no les vaya a pasar factura.

Por su parte, José Hila tampoco parece pagar en exceso su indolencia e ineptitud acreditadas para gestionar cuestiones como la limpieza, la seguridad o la movilidad, ni por las decenas de cadáveres urbanísticos que jalonan aquí y allá nuestra ciudad para vergüenza de sus habitantes.

La única respuesta lógica a este misterio sea, posiblemente, que, como ha ocurrido en ocasiones precedentes, haya todavía un porcentaje nada desdeñable de voto oculto del centroderecha.

Por otra parte, la probable repetición de resultados de Més responde al intrínseco carácter de secta que adorna la historia de esta formación, inmune incluso a la imputación de su líder, Neus Truyol. El soberanismo de izquierdas bebe en las fuentes del dogma y la consigna, de ahí su acercamiento a formaciones como EH-Bildu. Pero tienen su parroquia, nunca mejor dicho.

En cualquier caso, salvo el fastfood demoscópico del socialista Tezanos, la totalidad de encuestas preelectorales otorgan la victoria al centroderecha y la lista más votada al Partido Popular y a su candidato Jaime Martínez.

A diferencia de Hila, Martínez tiene una profesión y una trayectoria conocidas en el ámbito privado, lo que le aleja del concepto de criatura de partido que impera en la izquierda. Además, su condición de arquitecto y urbanista le sitúa con un perfil muy válido para revertir algunos de los grandes problemas creados o agravados por la infausta gestión del Pacte.

Vox espera capitalizar en Palma el talante educado de su candidato municipal, Fulgencio Coll. Está por ver, en cualquier caso, si a medida que se acerquen las elecciones este apoyo se asienta o es en parte arrastrado por el voto útil y la pretensión del votante de la derecha de asegurar el desalojo del Pacte.

Téngase en cuenta que, cuanto más se acerque el resultado de Vox al del PP, más sencillo tiene la izquierda repetir en Cort, por mor de la ley electoral y la aritmética del sistema D’Hondt.

En cualquier caso, no será necesario esperar a que haya un pacto previo para que Jaime Martínez asuma la alcaldía, porque, a diferencia de lo que ocurre en el Parlament, el 17 de junio, día de constitución de todos los ayuntamientos, y salvo mayoría inesperada de la izquierda, será alcalde el líder de la lista más votada, con acuerdo, o sin él.

Finalmente, se confirma que Ciudadanos y el PI ni estarán ni se les espera en Cort. La barrera del cinco por ciento queda muy alejada de ambos, aunque persiste la duda de si los pocos votos que cosechen en Palma los regionalistas serán suficientes para que Melià acceda al Parlament.