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Pere Calders i Rossinyol nació en 1912. Podría haber sido mi padre literario, pero no era suyo el primer relato fantástico que leí en mi vida, aunque sí uno de los primeros. Lo leí en la revista Tele Estel, cuando cursaba Preuniversitario. Se titulaba La rebel·lió de les coses, y contaba cómo todos los objetos se estropeaban porque los humanos nos habíamos olvidado de la naturaleza. Un cuento entre futurista, precursor de lo ecológico y pionero de lo que se ha llamado «realismo mágico». Pero mis primeras lecturas fantásticas fueron anteriores a Calders: Swift, Poe y Carroll. Posterior a él fue García Márquez y Mercè Rodoreda, y luego me leí todas las obras de Calders y conocí a Perucho, que sí ejerció de padre literario para mí. Pero antes conocí personalmente a Calders cuando se había establecido en Barcelona tras permanecer 23 años en Méjico, donde se casó con Rosa Artís y nacieron tres de sus hijos. Tessa Calders estudiaba como yo en la Universidad de Barcelona. Pere Calders ya era conocido como el mejor autor de relatos cortos de nuestra literatura y era dibujante. Había ganado los mejores premios de narrativa catalana, pero su gran impulso público llegó en 1978 con el estreno de Antaviana, obra de teatro sobre sus cuentos, por parte de Dagoll-Dagom. Después obtuvo la Creu de Sant Jordi, el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes y el doctorado Honoris Causa por la Universitat Autònoma de Barcelona.

La casa de Calders rebosaba magia, ingenio, ironía, absurdo, talento, dibujo y timidez por su parte, algo que comparto casi en su totalidad, pese a que nunca tuve su finura ni su prudencia. Calders nunca fue violento, siempre fue tierno. Era el mejor abuelo del mundo, y yo debo de ser el peor. Otra cosa que comparto con él es su cualidad de goloso, se pirraba por los pasteles, y yo vendería mi herencia no por un plato de lentejas sino por un buen soufflé o una ensaimada mallorquina. Alguien dijo que si Pere Calders no hubiera nacido catalán, si hubiera sido inglés, pongamos por caso –Peter Kalders--, hoy sería considerado como uno de los mejores escritores del mundo. Yo creo que lo es.