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Este vanidoso opinador se ha atrevido, con el último de sus fraudes, a publicar un libro que recoge los peores ciento cincuenta artículos de los más de seiscientos que lleva publicados en los últimos doce años en esta columna que usted lee. Ahora usted deberá de soportar la desagradable arrogancia de un periodista venido a empresario que ahora se las da de escritor. La culpa es suya. Así se llama el libro de cerca de doscientas páginas, con fotos, claro, para que sea más llevadero, que ya circula por ahí y que ni usted se va a comprar. Pero oiga, no sabe el gusto que me he dado. En fin. La culpa es suya, de que servidor siga escribiendo, del editor de Ultima Hora que aún lo consiente, pero, sobre todo, de que uno tenga que seguir escribiendo de los protagonistas de nuestra realidad política. Gobiernan porque usted les ha votado, a mí ni me mire. Es lo que tiene la democracia. Sabe que vienen elecciones y por mucho que se esfuerce, ya le advierto que, aunque cambien las caras o los partidos, la culpa seguirá siendo suya. Como ve, hoy aprovecho para hablar de mi libro, que también es el suyo, porque sin lector no hay escritor. No soy tan romántico como para escribir para mí solo. Gracias por dedicarme cincuenta segundos de su vida cada semana y aunque este es mi último artículo espero que el de la semana que viene lo vuelva a ser.