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Arranca una de las épocas del año más aterradoras para algunos ciudadanos, el plazo para presentar la declaración de la renta. Proliferan bloguers y tiktokers que lanzan toda clase de consejos sobre cómo desgravar y escapar de las garras del erario público, pero a la mayoría no le queda más remedio que pasar por caja, para bien o para mal, buscando con lupa esas deducciones que surgen cada año y a las que no pueden aferrarse más que unos pocos. Por suerte han mejorado infinitamente los trámites y ahora resulta todo más fácil, sin tener que acudir a un gestor y con todas las comodidades de lo digital, aunque igual de doloroso. El chiste –sin gracia, por cierto– es que ellos mismos prevén devolver casi diez mil millones de euros en la campaña de este año, algo menos que el año pasado. Es decir, los que nos dirigen nos han mangado conscientemente a lo largo de 2022 casi diez mil millones de euros, que no es poca cosa. Si se van a presentar 23 millones de declaraciones, la triste realidad es que, de media, nos habrán quitado cuatrocientos euros a cada uno. Está claro que algunos cálculos no se hacen con precisión. Por ello, quienes reciben con alegría la noticia de que la declaración les ha salido «a devolver» deberían estar menos contentos y cabrearse porque todo ese dinero que recibirán de vuelta ahora es el que la Agencia Tributaria les ha ido quitando mes a mes sin justificación. No es un regalo, no es un premio, ni una paga extra, es una deuda que el Estado ha contraído con nosotros y que, con un año de retraso, se recupera. Seguramente, en el año en curso continuará ocurriendo lo mismo, puesto que a pesar de que te sale «a devolver» todos los años, Hacienda sigue quitándote lo que es tuyo.