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Hace días asistimos al estreno en televisión de la versión teatral catalana de La libertad guiando al pueblo, con dirección del señor Puigdemont e interpretación de la primera actriz Clara Ponsatí, y basada en el cuadro del mismo título original de Delacroix. No somos especialistas en crítica teatral, y menos de una obra de 1830, pero cuando la realidad se pone tan escénica (hay que joderse), no queda más remedio que adaptarse y apechugar. Disculpen las posibles torpezas. Lo cierto es que el público aficionado, desde la abolición del delito de sedición y su sustitución por desobediencia y desórdenes, esperaba que esta aparición teatral súbita en Barcelona, muy desafiante y con cámaras, la protagonizase el propio expresident Puigdemont. Pero se nota que le faltaron agallas, y optó como de costumbre por que otro diese la cara, mientras él fanfarroneaba en Bélgica. Y lo primero que hay que destacar es que esta decisión escénica fue muy acertada, pues no sólo la señora Ponsatí es más adecuada para encarnar a la libertad guiando al pueblo (como la castiza Ayuso), sino que es bastante    mejor actriz dramática. No en vano Clara Ponsatí es también catedrática en la Universidad de Saint Andrews, y especialista en teoría de juegos (la ciencia matemática de los fulleros), acostumbrada a trabajar de cara al público. La oportunidad de la función, en tiempo pascual, también fue perfecta, puesto que se trata de resucitar el ‘procés’, muy venido a menos últimamente tras las medidas legales del Gobierno, que según el PP sólo quiere destruir España. Así que la exconsellera y eurodiputada llegó por sorpresa de acuerdo con el libreto, sobreactuó con su ímpetu característico, retó desafiante al juez Llarena a que la detuviese ilegalmente si tenía lo que hay que tener, y salió por el foro libre como un pájaro a las pocas horas. Excelente interpretación, decíamos, con la sobreactuación precisa, que está dando mucho que hablar y que de momento, ya ha cumplido el principal objetivo buscado. Joder a ERC y a la Generalitat con fines electorales, y si bien a los viejos convergentes de Junts no hay quién los resucite, sentar cátedra en cuanto a escenografía y conflictividad inteligente.