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Dicen los entendidos que el notable incremento de los disparates y majaderías de la izquierda, así como el de brutales trifulcas internas que tras varios años de negociaciones hundieron la reforma de la ‘ley mordaza’ antes de empezar los trámites (días antes ya habían hecho papilla al feminismo), se debe a la proximidad de las elecciones, que al parecer provocan un desarreglo mental, enfermedades cognitivas y psicosis colectivas (de índole suicida) en tales izquierdas. Es decir, que las elecciones democráticas tienen la culpa de que por un lado la derecha se agrume en bloques graníticos, todos a una, y la izquierda se desintegre dejando un leve aroma a frutas podridas. El aroma de los principios irrenunciables. ¿Quiere esto decir que las elecciones no dan más que disgustos políticos, y como ya insinúan algunos, las democracias serían mucho mejores sin ellas? No tanto, pero la reiteración del argumento electoral para explicar las mayores estupideces (de izquierdas), da que pensar. Recuerden que la reforma de la reforma laboral de Rajoy, una de las joyas de la legislatura, salió adelante por pura chiripa, el caos de las leyes feministas, dicen que también por razones electorales, es el pasmo del mundo, y ahora esta paranoia electoral ha tumbado de salida la tan reclamada reforma de la ley mordaza, que todos deseaban pero no exactamente en los términos que se presentaron. ¿Y por qué esa nueva idiotez? Por pelotas, en efecto. Por las pelotas de goma y las devoluciones fronterizas en caliente, que ERC y Bildu no podían soportar en vísperas de elecciones. El síndrome de las pelotas, equivalente al todo o nada de la locura preelectoral, ni siquiera les dejó margen para permitir que la reforma llegase al pleno, y seguir negociando. Un no por pelotas, como el de la ministra de Igualdad hace unos días. Enajenación preelectoral transitoria, dicen los expertos. Nos comemos entera la Ley de Seguridad Ciudadana del PP, pelotas y devoluciones en caliente incluidas. Luego, pasmados ante su propia y pelotuda decisión, ERC exige que se vuelva a intentar. Demasiado tarde; hay mordaza para rato. ¿Y esta psicopatía electoral de la izquierda tiene algún tratamiento? No, ninguno.