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La noticia duró cuarenta y ocho horas. Cuando llegué, ya lo habían tapado, cubierto y asfaltado. Hace unas semanas, las fuertes lluvias y tormentas provocaron un gran socavón y el hundimiento de unos metros del firme de las Avenidas de Palma. Cerca de la plaza de España. También en otros lugares de la ciudad y de la Isla. Pero el de las Avenidas fue especialmente sorprendente porque sacó a la luz los restos del trazado de las murallas que durante siglos perimetraron la ciudad. Por suerte, no hubo desgracias humanas. Por suerte, lo arreglaron en tiempo récord. Hoy no queda ni rastro de lo que pasó hace unos días. Fue un visto y no visto. Una muralla vista y no vista. Yo me la he perdido. Lástima.

El caso es que si esto pasa en tu casa, si cuando vas a hacer una reforma en tu domicilio, encuentras los restos del paso de la historia, Patrimoni del Ajuntament y otros organismos públicos paran el proyecto, inmovilizan la reforma y, en el mejor de los casos, te exigen que hagas visibles los restos del pasado. La razón es que el patrimonio es una herencia y sus restos han de estar al alcance de todos.

Llegué a pensar que nuestras autoridades patrimoniales aprovecharían la oportunidad para buscar la forma de volver a hacer vivibles los restos de las murallas de Palma. Pero no. La reaparición de los vestigios no movilizó al personal de Patrimoni. La orden fue inmediata: Tapar de manera urgente y que no quedara ni rastro de lo que pasó. Me pregunto si aquella fue una decisión para no interrumpir los atascos de tráfico de la zona. Si quiso evitar una gran obra no planificada. Si la decisión fue consecuencia del si te he visto no me acuerdo. Fuese por lo que fuese, la muralla volvió a ser enterrada en unas horas. Mientras que en otras poblaciones las murallas son patrimonio de la humanidad, aquí lo son del asfalto.