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El capital no suele tener sentimientos. Solo busca beneficios y rendimientos a largo plazo. Ha sido la acumulación de capitales la que ha creado la riqueza en Europa. Otra cosa es la justicia de su acumulación o la injusticia del reparto de beneficios. No hemos encontrado la alternativa al capitalismo puesto que el modelo comunista o el del Estado intervencionista a gran escala han fracasado porque no pretendían crear riqueza sino gestionar la pobreza.

Durante la transición política a la muerte de Franco, los gobiernos europeos nos daban golpecitos de ánimo y de felicitación por el esfuerzo político, pero tardamos más de diez años desde 1975 en tener un saldo positivo en la balanza de capitales. Salían más que entraban. Mientras los gobiernos apostaban por el proceso político español, los capitales mostraban su cautela hasta no tener seguridad jurídica y confianza en el gobierno de turno.

Normalmente a las grandes empresas, como Ferrovial les gusta presumir de independencia para sus planes de desarrollo. Si las expectativas son buenas, actuarán de manera autónoma y rechazarán cualquier intervención del Ejecutivo, salvo que le necesiten.

A finales de los años 90 del siglo pasado estaba yo de embajador en Países Bajos. Un martes, ojo, me llama el presidente de ENDESA, Rodolfo Martín Villa, y me pregunta si puedo intervenir para que el Ayuntamiento de Utrecht decida a favor de ENDESA en la privatización de la compañía eléctrica municipal puesto que «hay problemas políticos». Le digo que sí y pregunto cuando está prevista la decisión. Me contesta que el jueves (¡estábamos hablando un martes!). Misión imposible.

Ferrovial, una empresa prácticamente ya anglosajona, puede establecer su sede donde quiera. Para eso tenemos libre circulación de capitales, de servicios y de establecimiento en la UE. Pero tiene que ser consciente del terremoto que desencadena. Podemos quitarle dramatismo a la decisión de trasladar la sede a Países Bajos, aunque todo tiene implicaciones políticas. El Estado es el principal cliente de las grandes empresas de infraestructuras.

El gobierno no tiene que dar lecciones sino garantías y seguridades. El requisito más importante de la actividad económica es uno que no es medible contablemente, la confianza. Lo importante es que sea mutua. Ferrovial como otras grandes empresas españolas del sector de la construcción ha recibido el apoyo de gestiones hechas por nuestros embajadores o por el presidente del Gobierno (todos lo han hecho) para las licitaciones en numerosos países. No es un favor, es algo normal que se ha hecho en incontables ocasiones. Disparar el cañón sin avisar es muy feo. Casi tanto como llamar un martes pidiendo ayuda para que el jueves se tome una decisión favorable a su empresa. No son métodos.