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El mundo está literalmente abarrotado de problemas sin ninguna solución, ya políticos, filosóficos, económicos o de alcoba. Y puesto que las cuestiones irresolubles se multiplican cuando las miras de cerca, en España este tipo de estropicios sin remedio es mayor. Entre el Gobierno y la oposición, los patrones y los asalariados, el Gobierno y el Gobierno, los nacionalistas españoles y los periféricos. Y eso sin contar los problemas de identidad, género y poder adquisitivo, irresolubles de por sí. Se dice que algo no tiene remedio cuando es del todo imposible remediarlo, pero por fortuna sólo la muerte es irremediable, y para eso está la religión. Para remediar lo irremediable. Lo que quiere decir que, sin necesidad de ir tan lejos, existe un modo clásico de resolver lo irresoluble. ¿Cómo? Por partes, paso a paso. Primero hay que complicarlo más, hasta que ya no se sepa exactamente qué es lo que queríamos resolver. Y luego hay que echarle mucha literatura, páginas y páginas, cientos de páginas. Precisiones, excepciones, divagaciones, ficciones, especificaciones, suposiciones, etc. Se entenderá mejor con un ejemplo de actualidad.

El asunto de Irlanda del Norte, completamente irresoluble tras el Brexit. Reino Unido quiere fronteras claras con la UE, pero no soltar el bocado que le propinó a Irlanda. Si la frontera es terrestre, viola los acuerdos del Viernes Santo y se alborotan los irlandeses genuinos; si se traslada al mar (ahí entra la ficción), se encolerizan los unionistas que no quieren ser irlandeses. Típico problema irresoluble. Primero, el bocazas Boris Johnson lo complicó negándose a acatar el Protocolo de Irlanda del Norte ya firmado tras largas negociaciones, y cuando el desastre y la confusión se llevaron por delante a varios premieres británicos, Ursula von der Leyen, presidenta de la CE, y Rishi Sunak, nuevo premier, le han añadido tal cantidad de literatura al Protocolo de marras, que más que reformarlo lo han sepultado bajo centenares de páginas y documentos legales. Lo imposible ahora es entender qué han acordado, cuáles son sus pros y sus contras, de qué va eso. Seguramente los unionistas se negarían, pero no saben a qué. ¿Y este método es extensible a otros problemas irresolubles, públicos o privados? Desde luego. Y además no hay otro.