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Los neandertales ya eran gente muy impulsiva, pero sólo ahora han logrado prestigio intelectual y político los impulsos. Antes, actuar por impulsos estaba mal visto, era signo de mala educación y torpeza. Ciertamente, eso de los impulsos suena muy básico y emocional, freudiano, sentimental, un poco infantil. Es decir, muy conforme a la cultura de estos tiempos, donde mandan las emociones. Y donde hay patrón, no manda marinero. Normal que el verbo impulsar sea el más repetido en prensa, y casi todas las noticias consisten en que alguien explica que hay que impulsar esto o lo otro. Todo funciona a impulsos, o no funciona. Al menos, así lo predican políticos, sociólogos y tuiteros. No pasa día sin que algún dirigente, o experto en algo, informe de la necesidad de impulsar tal cosa, o de sus planes para ello, o de que la están impulsando. La economía, el empleo, las energías verdes, el crecimiento, la igualdad, el desarrollo digital, el sector turístico… Hay que ser muy impulsivos para impulsar tanto. ¿Trabajas o impulsas?, pregunta en su cita romántica un tipo muy impulsivo. Ahora no puedo atenderte, se excusa otro; estoy impulsando un cambio de paradigma. El Gobierno, como todo Gobierno, no tiene otra tarea que impulsar y contarlo; es normal que en el Consejo de Ministros se pregunten unos a otros qué impulsas hoy. La diversidad, hoy impulso la diversidad, asegura alguien sin entrar en detalles. Asusta pensar qué estarán impulsando en secreto, sin decirlo. Porque aquí hasta el más tonto impulsa algo, y líder poco impulsivo, líder que se lleva la corriente. Como el salmón que se duerme, en efecto. Últimamente, y por propia declaración, hemos sabido de algún político que, rizando el rizo y como lo importante es impulsar, impulsa el impulso mismo. El hecho de impulsar. Un crack, desde luego. Nunca se había visto tamaña impulsividad generalizada. Pronto los novelistas contarán que están impulsando una novela. En física y según la segunda ley de Newton, el impulso equivale a la cantidad de movimiento que provoca. Vale, provocar movimiento será el signo de los tiempos, pero ojo con la impulsividad. Que del impulso, el impulsivo se puede quebrar la espina dorsal.