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Mientras emiten la repetición de la etapa número diecisiete del Tour de Francia de este año no puedo evitar preguntarme si en este momento habrá alguien más sentado ante el televisor viéndola. Esta es la única razón que se me ocurre para no seguir haciendo zapping aprovechando que todavía faltan cincuenta y cinco kilómetros para el final y pasarme al Almería-Real Madrid de la primera jornada de liga que repiten en la cadena de al lado. Los peores programas de estas fechas en que el deporte en directo desaparece de la parrilla de las cadenas son precisamente estas recopilaciones de lo mejor del año.

Me encuentro entre los que defienden que la principal función del periodista no es la de informar a la gente de lo que interesa sino mostrarle qué es lo que, según su criterio, debería interesarle, pero que los comentaristas de Radio Marca canten a voz en grito los goles del West Bromwich Albion en el Boxing Day me parece también un exceso de celo. Por lo mismo, estoy seguro de que no hay en este mundo un periodista que no desee hacerle una entrevista a Messi, pero me cuesta creer que quede un solo ser humano con ganas de escucharla.

Jamás los jugadores de fútbol demostraron mostrarse más humanos que el día en que empezaron a creerse dioses y dejaron de conceder más entrevistas. Ya solo espero el momento en que por fin decidan no acudir tampoco a las ruedas de prensa tras los partidos y nunca más tengamos la necesidad de verle la cara de cerca al Dibu Martínez.