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Resulta que este año de declive de la pandemia ha sido peor que los de la pandemia, y más que escoger una palabra del año, que lógicamente sería guerra, ese antiguo vocablo, lo que habría que hacer es un listado de crisis y calamidades. El balance de fin de año, se llama. En fin, procuraré que sea breve, para compensar que son calamidades en curso. En este 2022, y cuando todavía estamos navideños, hemos padecido y padecemos las siguientes crisis. La bélica de Ucrania, que es ya global a la vez que incomprensible. La crisis energética y la inflacionaria, derivadas de la anterior pero no tanto como se dice, y por supuesto la climática, que no es novedad pero que engorda con la urgencia de las ya mencionadas.

En quinta posición, que aquí sería la primera, tenemos una crisis judicial de padre y muy señor mío, una auténtica guerra jurídica que está reduciendo a escombros legislativos nuestras instituciones, y que lleva al paroxismo la crisis política, con rango ya de calamidad total. A esta lista los observadores suelen añadir una crisis cultural de proporciones mundiales, con el rápido crecimiento de la demagogia, el populismo, el fanatismo y los grupos de extrema derecha que gritan libertad, y muchos ciudadanos que ya no creen nada, se lo creen. Misterios de la credibilidad. No sé si concluir este listado con una crisis de la que se habla poco, pero que a mí me jode especialmente, la crisis emocional. Quizá por todo lo anterior, y dado que las crisis suelen emitir pseudópodos a fin de asociarse unas con otras formando espesos amasijos, la gente está hecha un manojo de nervios y emociones básicas, muy fáciles de manipular, y no digamos en un año tan judicial.

En el año de la guerra, como decíamos al principio. Que fíjense lo calamitoso que está siendo, que hasta la guerra y sus crímenes de guerra han pasado hace tiempo a un segundo plano de la actualidad, y a nadie se le ocurrió todavía atribuir a la invasión de Ucrania el bravío y desafiante comportamiento de nuestro Tribunal Constitucional. Y eso que al moderado Feijóo sólo le ha faltado hacer sus declaraciones en camiseta de comando para ser igualito a Zelenski. Menudo año. Las listas de crisis, si breves, mejor. Total, tampoco es que sirvan para nada, y no es mi intención aguarles las fiestas. Cuídense.