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Hace meses, el Gobierno de España sacaba a concurso las sedes para albergar las recién creadas Agencia Espacial Española y la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Nuestros políticos baleares y sus asesores pensaron que a la primera Agencia era mejor no presentarse.

Quizás, los requisitos eran demasiado exigentes. Sin embargo, a la otra, a la Agencia de Inteligencia Artificial, sí. A esa sí que nos íbamos a presentar y nos presentamos. De manera que Palma fue una de las dieciséis candidaturas para convertirse en sede de la Inteligencia Artificial. La competición fue dura. Dicen que no pasamos de octavos. De hecho, nos eliminaron por goleada. Son cosas del deporte de la política y a la final, solo llegan los mejores. Por si acaso, nuestros políticos no alardearon mucho durante el campeonato.

Tampoco lo hicieron tras la eliminación. Supongo que falta poco tiempo para unas elecciones como para reconocer que nos habían goleado. Las finalistas fueron A Coruña, Alicante y Granada. Todo se decidió la semana pasada en un Consejo de Ministros amadrinado por la ministra de Economía y vicepresidenta primera, la coruñesa Nadia Calviño. La victoria fue para A Coruña.

Lástima haber perdido la oportunidad de convertir a Palma en la sede de la Inteligencia Artificial. Lo que no tengo muy claro es en qué puesto quedamos ni los criterios para la elección. La verdad es que nadie lo tiene claro.

Prueba de ello es que el alcalde socialista de Granada dice que va recurrir la resolución, aunque quizás espere a que se serene la polémica por la contratación del marido de la ministra gallega a la sazón. Mientras tanto, aquí nos hemos quedado sin la mundial Inteligencia Artificial, así que tendremos que esperar otros cuatro años y, tal vez, renovar la selección política para no volver a caer en octavos.