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Después del naufragio, en una balsa a merced de las olas parecida a la de la Medusa que pintó el romántico Géricault, pero quizá más grande (del tamaño de una pista de tenis), unos mil y pico sociólogos, todos muy interdisciplinarios, debatían y se debatían por la supervivencia. No sólo la suya, claro está, pues al ser sociólogos, su prioridad era siempre la salvación del mundo, y de las sociedades humanas en general. Como era de suponer, al haber docenas de especialidades entre los sociólogos (economía, política, género, gestión cultural, publicidad, historia, psicología, etc.), cada una con sus sesgos propios, este millar de prestigiosos científicos sociales a la deriva, hambrientos y sedientos, muy asustados, sólo estaban de acuerdo en una cosa, que además no venía a cuento ni les ayudaba en su dramática situación. En que los doce apóstoles, incluido Judas, ya eran sociólogos. Precursores, pero sociológicos. Esto los psicosociólogos y los politólogos lo tenían muy claro, pero como en la balsa al albur del océano frente a las costas de Mauritania no había a quién predicar con esa «verbosidad nebulosa y pretenciosa» de la que hablaba Stanislaw Andreski en su célebre tratado Las ciencias sociales como fuente de brujería, el dato resultaba irrelevante y la cosa se ponía cada vez más fea, con episodios de canibalismo.

Este Andreski, sociólogo por cierto y muy preocupado por el gran predominio de la sociología (¡en 1972!), cuyo rigor científico calificaba de equivalente a la antigua brujería, probablemente les habría dicho que lo que estaba hundiendo la balsa, y con ella el mundo, era el peso de los mil sociólogos. La solución sociológica era obvia (echarlos al mar), pero Stanislaw Andreski no estaba allí para aplicarla, y en cuanto a su divertido libro, hace casi 50 años que desapareció por obra de brujería, y ninguno de los náufragos lo había leído. Así que ya os podéis figurar lo que pasó, queridos niños y niñas. Ahora bien, esto es una fábula, y no hay que preocuparse por la suerte de los personajes de las fábulas, ya que son simbólicos. Igual la balsa también es simbólica. Y además, si naufragan mil sociólogos, y mueren ahogados, aparecen mil y pico más.