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Teniendo como tienen aprobados los Presupuestos gracias al voto de ERC y de Bildu y con todo un año por delante, cabe concluir que las prisas que le han entrado al Gobierno para aprobar a marchas forzadas la supresión del delito de sedición y la reforma de las penas por malversación perseguía disimular la jugada haciéndola coincidir por una parte con todo el revuelo mediático que apareja el Mundial de Qatar y por otra con el tráfago que rodea las vísperas navideñas.

La derrota temprana y humillante de la Selección rompió la secuencia pero el acueducto festivo de la Constitución y la Inmaculada concentró en sus cuitas al personal en un proceso de distanciamiento de la cosa pública que se prolongará más allá de las campanadas de Fin de Año.

Para entonces los políticos catalanes que fueron condenados por sedición verán qué, como regalo de Reyes, Pedro Sánchez habrá abierto las puertas a rebajar condenas, evitar inhabilitaciones y, en algún caso, hasta podrían solicitar indemnizaciones. Quizá la gran sorpresa -la palabra exacta sería: sarcasmo- es que como traca final de todo este proceso podríamos asistir al regreso triunfal del prófugo Carles Puigdemont y, tiempo al tiempo, ver a Oriol Junqueras presentándose a las próximas elecciones al Congreso de los Diputados.

El líder de ERC condenado por sedición y malversación es el gran favorecido por las reformas exprés impulsadas por Pedro Sánchez. El PSOE, partido que tiene en el Congreso 120 diputados, ha dejado en manos de ERC, un grupo que solo tiene 13, la iniciativa para impulsar la enmienda que pretende rebajar a cuatro años la pena para quien no se lucre ‘personalmente’ de la malversación. Sí la propuesta sale adelante los principales beneficiarios serían los condenados por el ‘procés’. Hasta 12 altos cargos de ERC evitarían la prisión.