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Un afamado entrenador de fútbol me dijo hace tiempo «lo único honrado que hay en el fútbol es la pelota». No estoy seguro de que pudiese decirlo hoy. En el mundial de Qatar los balones llevan un chip para poder detectar el fuera de juego automático. ¿Se podrá manipular ese chip?
No creo que se refiriese a compraventa de partidos sino a los tejemanejes, abusos, y ambiciones desmesuradas que rodean lo que antes era un simple juego y que sobrevuelan la actual copa del mundo que se juega en Qatar. Seamos sinceros. Qatar compró el derecho de organizar esta copa. Nunca sabremos el precio que pagó ni los destinatarios de los cobros, pero recordemos que Michel Platini (expresidente de la UEFA) fue detenido en 2019 por supuesta corrupción en la elección de Qatar. Un país que prohíbe los partidos políticos y los sindicatos y otros derechos evidentes, no creo que se anduviese con remilgos a la hora de conseguir la sede, sobre todo, cuando del otro lado había mucha disposición para recibir.
Xavi Hernández, el actual entrenador del Barcelona, que jugó y trabajó en Qatar dijo que Qatar «no será democrático, pero funciona». ¡Qué más da que un país derroche miles de millones en construir estadios en el desierto cuyo futuro es cuando menos incierto! ¡Qué más da que un pequeño país de 11 mil km2 con una población de 2,5 millones de habitantes pretenda que sus ciudadanos abarroten los estadios! (solo el 20% de los habitantes del país son nativos, el 80% son inmigrantes sin derechos)
La gente anda escandalizada por la falta de criterios democráticos en un país que alberga un mundial y es entendible. Pero mientras falte la honradez al nivel de gerencia no evitaremos nunca estas contradicciones. Tuvimos un mundial en la fascista Italia en 1934, otro durante la dictadura de los coroneles en Argentina en 1978 (solo el alemán Breitner se negó a jugar por razones políticas, lo de Cruyff fue por otro motivo) y uno más reciente en la Rusia de Putin en 2018.
Me parece una indecencia que la codicia de algunos prevalezca sobre el interés general. QIA (Qatar Investment Agency) no tiene que dar cuenta a ningún parlamento, por ello desnaturaliza todas las competiciones en las que interviene. Sabe de antemano que algunos dirigentes del deporte sí escuchan los cantos de las sirenas y enloquecen con la música del dinero. Habrá que atarles (¿encarcelarles?) para que no puedan hacer daño.