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Pasado mañana jueves empezará en el Congreso la primera votación de los Presupuesto Generales del Estado, por lo que no es raro que llevemos meses hablando únicamente de dinero. Toda clase de dinero. Real, imaginario, contable, fantasmal, mental, etc. De hecho, casi siempre hablamos sólo de dinero. Incluso si el debate parece tratar de asuntos filosóficos, culturales o sentimentales, también científicos, a los pocos minutos se nota que están hablando de dinero. Inadvertidamente o con cierto disimulo, pero de dinero contante y sonante. Y no digamos si es un debate político, porque entonces nadie disimula. Siempre hablamos de dinero, aunque sea de mal gusto. Conque figúrense si hay que votar los PGE pasado mañana, que nuestras derechas llevan semanas calificando de electoralistas, irreales, irresponsables, letales para las clases medias y apocalípticos con vistas al futuro. Es decir, que si ahora son desastrosos, según pase el tiempo aún lo serán más. El Gobierno, por su parte, diga lo que diga añade trompetería y redoble de tambores, como el que según ciertos exégetas bíblicos acompaña al pasaje de los discípulos de Emaús con Jesucristo recién resucitado. No diré yo tanto, pero es verdad que por debajo del griterío político y mediático (sobre dinero, claro está), se escucha un rumor de pasiones y un campanilleo similar al de la sala de un casino, con docenas de máquinas tragaperras. Que en realidad están en el interior de las cabezas de los voceadores, a favor o en contra de los PGE, puesto que si como hemos dicho sólo se habla de dinero, no es dinero auténtico, sino dinero ideológico. Dinero mental, en definitiva. Como casi todo el que existe hoy en día en el mundo, ya que si dinero propiamente dicho apenas existe, y la delirante deuda global del planeta no permitirá jamás que llegue a existir, en cambio dinero mental (contable, fantasmal, virtual, etc.) hay de sobra, es el que manda. Y tiene las manos muy largas, manos de curso legal. ¿Estoy diciendo que cuando se aprueben o no los PGE remitirá al fin el vocerío sobre dinero, y podremos hablar de otras cosas? Claro que no. Porque precisamente al tratarse de dinero mental (psicodinero), que sólo existe en el angosto fuero interno de nuestros dirigentes, es imposible que puedan quitárselo de la cabeza.